jueves, 7 de noviembre de 2013

El último superviviente



    Son las 6:15 horas como mi despertador se empeña en recordarme, por las malas, cada mañana con ese sonido estridente que tanto odio pues me obliga a salir de mi letargo protector.
  Años ha, cuando trabajaba, deseaba que llegara el domingo casi más para no tenerlo que oírlo que para pasar el día con mi familia.
  Ahora sin embargo lo pongo cada día sin excepción para una tener una rutina diaria, un horario fijo para dedicarme a mi labor actual: Buscar a otros supervivientes con las primeras luces del alba, pues no es aconsejable estar al descubierto al caer la noche.
  Sobretodo desde que dejó de funcionar el alumbrado automático de las calles puesto que esas criaturas no necesitan luz para guiarse mientras que yo sí y hay que racionar las pilas para la linterna.
  Ellos no necesitan ver porque se orientan por el olfato, pudiendo oler la sangre a distancias imposibles, y cuentan con un desarrollado sentido del oído que les permite percibir las ondas sonoras de un corazón latiendo.

     Me niego a creer que soy el último superviviente pero ya son muchos los meses que llevo sin ver a otro ser vivo y empiezo a desesperarme aunque no quiero arrojar la toalla aun.
  Recuerdo con mucho pesar cuando mi hijo se transformó en una de las primeras criaturas y le tuvimos que encerrar en el sótano pues aun no se sabía si se encontraría una cura.
  Cuando se supo que no había vuelta atrás ya era muy tarde pues en un descuido logró morder a su madre cuando esta le visitaba y ella me suplicó que la matara antes de transformarse y como nunca pude negarle nada así lo hice.
  Les disparé a ambos en la sien y desde entonces cada vez que le reviento los sesos a una de esas criaturas veo el rostro de mi amada esposa, veo sus ojos llorosos implorando por su muerte.
  Mi hijo ya no era él mismo pero ella aun estaba viva, aun no era un caminante por lo que fue un asesinato y no se hasta cuando podré cargar con esa culpa.

     Ahora conduzco mi camioneta, por calles atestadas de seres hambrientos de mi carne y sedientos de mi sangre, parando solo en gasolineras, supermercados y armerías para pertrecharme adecuadamente.
  Al caer la noche busco un piso alto y coloco dinamita en las escaleras para asegurarme de no despertarme siendo mordido y arañado por esos hijos de puta y si alguno hace detonar los explosivos no tengo más que descolgarme por el hueco del ascensor o la ventana con una cuerda.
  Y a seguir con mi búsqueda, no debo rendirme ni perder la esperanza nunca, no debo...
  ¡ Jodeeeeeer ! Era un puto sueño, jejejejejejeje ¡ No me lo puedo creer ! jejejejeje. Parece que anoche cené demasiado y me dormí en el sofá jugando al Resident Evil.
 ¡ Madre mia ! Nunca había tenido una pesadilla tan real, parece que realmente he estado meses viviendo ese sueño... Pero entonces me doy cuenta de que mis manos están manchadas de sangre y que delante de mi hay dos cuerpos inertes.
  Son los cadáveres de mi mujer y de mi hijo, tendidos sobre la alfombra, que antaño fue blanca, teñida de rojo con restos de carne y fragmentos de huesos y sesos.
  Ahora comprendo porque el sueños era tan real, porque no quería despertar, he matado a mi familia y no sé si ha sido un acto inconsciente de sonambulismo o algún tipo de enajenación mental, pues no recuerdo haberlo hecho.
  Lo que sí sé es que preferiría, mil veces, vivir en un mundo de zombis que en esta insoportable  realidad, lo que sí sé es que preferiría no haber despertado jamás, lo que sí sé es que no veo otro camino que meterme el arma en la boca y decirle adiós al último superviviente.





                                                                   FIN

viernes, 18 de octubre de 2013

De amor y de sexo ( Capítulo 13 )

               
                               El Final


  Carmen había notado la creciente apatía de su compañero menos moreno y estaba algo preocupada por ello.
  Pensaba poder contentar a sus dos amores pero veía que tal cosa iba a ser imposible, quería conservar a Manu pero sin renunciar a Samuel y no estaba dispuesta a hacer ningún sacrificio como hizo en el pasado no fue feliz.
  Ahora sí que lo era y decidió dejarlo en manos del destino " Alea jacta es ", que fuese él el que dictase sentencia como siempre hacía, por otra parte.

     Samuel también había notado el distanciamiento de su forzoso compañero de cama y se alegraba por ello aunque era un hombre caritativo pues entendía que la caridad bien entendida empieza por uno mismo.
  Ahora veía una oportunidad de rehacer su vida definitivamente junto a Carmen y haría lo posible por aprovecharla, no quería perder a otro gran amor pero no le deseaba ningún mal a su rival y deseaba que encontrara a una mujer más adecuada para él.

     Manu pensaba lo mismo que Samuel, aun sin haberlo comentado nunca, que Carmen era demasiado mujer para él. 
  Quiso creer que se la merecía, que era capaz de hacerla feliz, que no era un entretenimiento pasajero para ella, que se convertiría en su gran y definitivo amor pero una vez más se equivocó aunque estaba dispuesto a no volver a hacerlo.
   Al caer la noche salió de su casa y se sentó en un banco del parque donde se puso a rememorar los momentos mágicos que pasó con ella.
  Así estuvo durante horas, hasta bien entrada la madrugada, entonces se encaminó hasta la playa más cercana donde se despojó de toda su ropa y sacó la foto de Carmen que siempre llevaba encima:La miró, la besó, la empapó con sus lágrimas, la dejó sobre la arena y se adentró en el mar.

     Nadó hacia lo más profundo adentrándose en la oscuridad, nadó sin tregua pese al miedo que le daba el mar abierto.
  Nadó hasta que se le quebraron las fuerzas y no pudo mover ni piernas ni brazos... Se ahogó pensando en ella, rememorando su rostro, su sonrisa.
  Ella le devolvió las ganas de vivir, y el siempre pagaba sus deudas, así que le devolvió el favor dejándola libre y dándole el empujoncito que necesitaba para entregarse a alguien en cuerpo y alma.

     La muerte de Manu consterno enormemente a Carmen y apenó en su justa medida a Samuel por lo que dejaron de practicar sexo durante una temporada para dedicarse a consolarse mutuamente y eso les unió aun más.
  El destino había usado a Manu como la llave para abrir el corazón de Carmen, la herramienta para unirlos, para ser la pareja perfecta envidiada por todos y no iban a permitir que su sacrificio fuese en vano.
  Él que sabía lo que era perder a un amor usó su traumática excrecencia personal para saber como tratarla y ella temerosa de que pudiera volver a ocurrirle lo mismo con Samuel le abrió su corazón, se dejó llevar hasta enamorarse sin reparos y se amaron con todo su ser tanto física como emocionalmente.
  Carmen se quedó embarazada y dio a luz a un precioso niño de tez morena y ojos azules tan bonitos como los de su madre, un precioso bebé al que llamaron Manuel.




                            FIN
  

   
  

martes, 15 de octubre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 9 )

                                  El cambio




     Los días que siguieron al encuentro a tres bandas fueron duros, raros y desconcertantes para Manu.
  No podía apartar de su mente la imagen de su amada llegando al clímax con los envites de un amante mucho más dotado que él pero también recordaba el disfrute que ese falo de obsidiana la había producido pese a no haber podido culminar con un orgasmo.

  Cuando rememoraba la situación se sentía a veces avergonzado y otras veces excitado y con enormes ganas de repetir la experiencia.
  A veces incluso se masturbaba usando un consolador ( de color negro naturalmente ) recordando ese momento y esta vez sí llegaba a eyacular a granel.

   Últimamente no visitaba a su novia con tanta frecuencia pues pensaba más en la llegada del fin de semana para ver si podía repetir la experiencia e incluso llegó a visitar al africano con la excusa de recoger las gafas de sol que se dejó allí.
  Obviamente la verdadera razón no era otra que volver a estar cerca de ese semental de ébano que le descubrió una forma diferente de sentir placer.
  El negro le ofreció una copa que el blanco aceptó de buen agrado y comenzaron una charla informal sentados en el mismo sofá en el que días antes habían hecho de todo menos hablar.

     Durante la charla el anfitrión se excusó y se levantó para ir al baño mientras tanto el invitado se excitó al oír como miccionaba ruidosamente pues se imaginaba a esa manguera endurecida descargando su chorro en el interior de su ano y éste se le humedeció.
 Estuvo tentado de ir hasta el servicio y sujetársela mientras orinaba al tiempo que restregaba su pene, ya erecto, contra esos firmes cachetes de caoba. 
  Mas se quedó sentado en el sofá pues pensó que, ya que ninguno de los dos era gay, no tenía sentido intentar hacer nada sin la presencia de Carmen y además el seguía muy enamorado de ella: podía tener pensamientos lascivos y fantasías eróticas pero nunca le sería infiel de de hecho.

     Carmen seguía con su rutina habitual con sus labores diarias, pensaba que su compañero la visitaba con menos frecuencia, y sus visitas eran muy cortas, porque estaba celoso de lo mucho que el negro la hizo gozar delante de él y no le faltaba razón pero lo que no podía imaginar era que estaba deseoso de repetir la experiencia.
  No podía imaginar que la verga que inundó su cueva hizo lo propio con el ano de Manu y que ambos estaban deseosos de que llegase el fin de semana por idéntico motivo.

                                     
                                      Continuará...
  

  
  

De amor y de sexo ( Capítulo 12 )

                         El principio del fin


     Las semanas fueron pasando convirtiéndose en meses, los meses pasaron y los amantes se fueron compenetrando cada vez más.
  Los dos hombres seguían acatando como ordenes los deseos de la mujer, mantenían el firme propósito de complacerla en todo lo que pudieran.
  Samuel había aceptado el tener que compartirla puesto que fue así desde el inicio e incluso le pareció una gran idea pues él tampoco quería volver a enamorarse, no quería dejar ningún resquicio al destino para hacerle daño de nuevo.
   Pensaba que en esas condiciones no era posible que eso ocurriera y, naturalmente, se equivocó pues no se puede un vendaval ni detener una riada...
   Era tan fácil enamorarse de ella con solo mirarla y tan difícil no hacerlo al acariciarla, besarla...

     Samuel se sentía mal por quererla solo para él, por desear que el otro hombre, que además había llegado primero, se marchara y les dejara solos como pareja y no como trío.
  Aunque lo que de verdad le hacía sentir mal era el hecho de no haber yacido nunca a solas con su amada sin injerencias, sin poder dedicar todas sus artes amatorias única y exclusivamente para ella.

     Manuel, en cambio, seguía el proceso inverso pues empezó teniendo la suerte e ser el amante único y se vió obligado a hacer el esfuerzo de aceptar la dinámica de compartir a su amada e incluso llegó a desear ser empalado por el africano en un acto de empatía suprema.
  Mas el morbo desaparece con éxtasis, el deseo se difumina con el clímax amatorio y la excitación termina en unos segundos tras el orgasmo.
  Así pues, solo el amor puede perdurar, solo el amor puede permanecer inalterable antes, durante y después del fornicio pero el amor es una planta delicada de difícil germanización.

     La semilla adecuada debe plantarse en el terreno idóneo para que nazca un brote y dicho brote ha de cuidarse para que crezca y aun creciendo debe regarse a diario con lisonjas, abonarse cada día con gestos de generosidad y solearse con sexo apasionado.
  Si no se hace así, por mucho que haya crecido, la planta se marchita, se debilita y finalmente muere...
  La planta negra había germinado lentamente y estaba en pleno desarrollo mientras que la planta blanca nació con fuerza, creció con rapidez pero comenzaba a ponerse mustia.


                        
                      Continuará...
     

  

jueves, 10 de octubre de 2013

De amor y de sexo ( Capitulo 11 )

                               
                                     El negro



     El negro se llamaba Samuel Kanou y era natural de Lagos, Nigeria.
  Cuando era adolescente llegó a España a estudiar gracias a un beca de intercambio y en poco tiempo aprendió el idioma local, se familiarizó con las costumbres locales e incluso se enamoró de una lugareña.
  Se quedó a vivir en su país de adopción para estar cerca de ella, buscó trabajo en la construcción, que compaginó con sus estudios universitarios de ingeniería,  e hicieron planes para casarse y tener hijos a corto-medio plazo.

     La relación con su novia era ideal, eran todo los felices que se puede llegar a ser viéndose los fines de semana cuando ambos estaban libres de obligaciones y llamándose a diario y por supuesto en el plano sexual ella estaba cantada con el buen hacer de su amado venido del continente negro.
  Ella, que se llamaba María, solía dar envidia a sus amigos contándoles los bien que funcionaban en la cama, lo bien dotado que estaba y lo cariñoso y atento que era con ella dentro y fuera del lecho.
   Cuando iban a la playa se llevaban las miradas de admiración y envidia de todo el mundo pues ella tampoco tenía mal cuerpo y tampoco estaba mal dotada.
  De hecho era una morenaza espectacular de cuerpo escultural, curvas voluptuosas y una talla 110 de pecho.

     Sí, definitivamente, eran una pareja de cine y digna de envidia, hasta que llegó aquel funesto día en que tras una rutinaria revisión ginecológica nadie les envidió.
  El médico había encontrado una anomalía en su útero: Un tumor cancerígeno que, tras años de dura lucha,finalmente no pudo superar.
  La muerte de María dejó sumió a Samuel en una depresión que le duró años, dejó los estudios y seguía yendo a trabajar por inercia, como un autómata no hablaba con nadie y nadie le hablaba a él respetando su dolor.
  Solo empezó a superarla al conocer a Carmen pues era tan vibrante, tan llena de vida que le contagió su ilusión y sus ganas de disfrutar de la vida.

     Su físico no tenía nada que ver con el de su añorado amor pero también era muy sensual y deseable y poco a poco se fue enamorando de ella.
  Por su influencia dejó de ser un amargado y volvió a tener ganas de divertirse  por belleza quiso volver a ser el hombre que fue, por su atractivo recuperó su apetito sexual.
  Mas había un problema pues Carmen había iniciado una relación, más o menos estable, con un hombre poco antes de que él pudiera hablarle de sus sentimientos, de que le parecía genial tener relaciones sexuales con ella pero quería algo más serio y no quería inmiscuirse en esa recién nacida relación.
  Cuando ella le habló de hacer un trío pensó que aun no estaba todo perdido y aunque no le agradaba la idea de compartirla era mucho peor el pensar en perderla así que aceptó la propuesta.


                                          Continuará...

  

miércoles, 9 de octubre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 8 )


                                 El trío



        La extraña pareja llegaron a casa del tercer hombre a la hora señalada y ya subían en el ascensor cogidos de la mano.
  Ella estaba inquieta por la expectación y el morbo que sentía, él inquieto por el miedo que tenía a no poder hacerlo.
  Una vez en su destino les abrió la puerta un joven de raza negra de unos treinta y tantos años musculado con unos pectorales que parecían sacados del peto de una armadura de la legión romana y con abdominales que eran una auténtica tableta de chocolate de tamaño gigante y no era lo único de gran tamaño que calzaba pues solo le cubría una pequeña toalla que abultaba bastante más de lo habitual.

     Tras unas someras presentaciones, y la pertinente invitación a una copa declinada por ambos, ella se desnudó por completo y se arrodilló delante del negro desprovisto ya de su toalla que de todas formas ya no podía cubrir tanta carne.
  Carmen beso su glande y lo lamió como si se tratase de la bola de helado de un enorme cucurucho de café y comenzó a introducirla en su boca poco a poco, introduciéndose un centímetro más con cada succión.
  Parecía físicamente imposible devorar todo ese falo pero ella parecía estar más que dispuesta a intentarlo mientras Manu la miraba con una mezcla de dolor y morbo, tristeza y excitación.
  Ya estaba desnudo pero no sabía que hacer en este tipo de situación totalmente nueva para él: ¿ Debía ponerse junto al otro para recibir también sus caricias orales a pesar de que la odiosa comparación de tamaños le parecía ofensiva ?
  Afortunadamente para él no tuvo que decidir nada pues su " novia " lo hizo por él: mirándole pero hablándole al otro dijo con cierta sorna :

 - " desvírgalo, rómpele el culo que lo está deseando "

  A Manu no le agradaba la idea de ser empalado por esa lanza tan descomunal pues supondría que le dolería mucho y así fue, a pesar de la gran cantidad de lubricante que se puso vio las estrellas.
  Ella se había sentado en el sofá abierta de piernas y él a cuatro patas sobre la alfombra le practicaba sexo oral mientras el otro le penetraba cada vez más adentro.
  Ella jadeaba excitada doblemente por la acción de la lengua de Manu y por la visión de ese negro vigoroso sodomizando a su compañero y él había dejado de sentir dolor.
  Ahora solo sentía placer, mucho placer... Nunca había experimentado algo así y estaba a punto de tener un orgasmo, su primer orgasmo anal pero entonces el negro semental dejó de penetrarle y se fue hacia el sofá donde Carmen le esperaba con los brazos, y todo lo demás, abiertos y comenzó a copular con ella.
  Ella sintió dolor los primeros instantes de la embestida, goce los siguientes éxtasis febril durante los intensos minutos en que esa gran verga se deslizaba en su interior hasta que escupió su esperma caliente con tanta fuerza que de no haber llevado puesto un condón le habría inundado el útero.

     Carmen dolorida y agotada de tanto placer se abrazaba y besaba con su oscuro guerrero olvidándose por completo de su acompañante el cual seguía en la alfombra con el ojete al rojo vivo y sin haber podido desahogar su calentura mas no le importaba pues su amada si que había disfrutado, sí que había tenido un orgasmo pleno y eso era lo que más valoraba pues el bienestar de su amada era su máxima prioridad.



                                                             Continuará...

De amor y de sexo ( Capítulo 10 )


                                 
                                             El Reencuentro


     El fin de semana llegó y volvió a reunirse el trío de café con leche y nata, el trió capuccino se disponía a actuar de nuevo desnudos de pie en un abrazo de conjunto intercambiando besos y caricias, totalmente erectos ellos y toda húmeda ella.
  Los dos hombres se desvivían por complacer a Carmen pero no era una competición entre machos sino deseos de complacer a la maestra de ceremonias de ese cabaret, a la jefa de pista de ese circo de pasión.

     Manu esperaba que, de nuevo, le dijese al negro que le taladrase pero no fue así esta vez pues a ella no le gustaba repetir las mismas cosas, necesitaba cambiar, experimentar. 
  Y esta vez quiso hacer un sándwich... a cuatro patas sobre la alfombra el guerrero africano invadía su vagina mientras su pareja hacia lo propio con su boca pues la verga del segundo era mejor para tal menester por su menor envergadura.
  Los dos hombres se movían casi con sincronía aumentando el ritmo de sus movimientos de pelvis. 

    Manu gozaba tanto con el tacto de esa boca tan dulce sobre su miembro con el roce de sus labios de fresa y calidez de su saliva empapando su glande como con la visión del poderoso negro en acción.
  El negro ni siquiera le miraba concentrado como estaba en los cachetes prietos de ella, en como se estiraban y contraían sus labios vaginales al ritmo que dictaba su bastón de mando.
  Carmen gemía con fuerza enardecida por las endorfinas que su clítoris estimulaba en su cerebro, excitada por el sabor que el otro miembro dejaba en sus papilas gustativas.
  Manu gritaba al eyacular en la boca de su amada, el negro explotaba lanzando su esperma hacia el útero de la joven mientras ella llegaba al orgasmo aullando a pesar de tener la boca llena del semen de el hombre blanco.

     Los tres amantes se abrazaban agotados y sudorosos dejándose caer sobre la alfombra, esta vez Carmen les besaba y abrazaba a ambos pues ya había hecho lo necesario para no enamorarse de su pareja oficial.
  Ahora tenia dos amantes a un tiempo y sentía  lo mismo por ambos.. Respeto, afecto, deseo pero no amor.
  Esta vez Manu había podido desahogarse y su fantasía homosexual se había esfumado por completo con la suavidad bucal de Carmen, ya no deseaba ver vulnerada su integridad anal y tampoco estaba satisfecho de que su amada hubiera vuelto a gozar hasta la extenuación. 
  El goce de Carmen, aun siendo muy importante para Manu, ya no era lo único que le preocupaba pues algo en su interior había cambiado.


                                        Continuara...

  

martes, 8 de octubre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 7 )

                                         
                          La proposición






     Manu estaba más cada vez más contento, más confiado en su valía y en su potencial como persona como hombre y como amante a pesar de que llevaba gran parte de su vida odiándose a sí mismo por no ser otra clase de hombre más al gusto de las mujeres de hoy en día.
  Pensaba que quizás en la primera mitad de su vida la había tocado bailar con la más fea, pasarlo mal con frecuencia para ahora, por alguna ley de compensación cósmica, empezar a disfrutar de las cosas buenas de la vida, por fin.
  Quizás le tocó ser muy infeliz en el pasado para ahora llevarse toda la felicidad de golpe, para saber el verdadero significado de lo que significa la palabra  felicidad.

     Algunas noches se despertaba cubierto de sudor, asustado y con la garganta seca tras tener una pesadilla en la que soñaba que nada de lo ocurrido en las últimas fechas era real, que todo había sido un sueño y Carmen solo existía en su mente.
  Era lógico, pensaba, que a su subconsciente le costara encajar que ahora su cerebro tuviese tantas endorfinas que manejar, además de que aún no se creía del todo haber tenido tanta suerte en el amor por primera y única vez en su vida.
  Cuando esto le ocurría se levantaba a beber un vaso de agua y se quedaba durante un largo rato mirando la foto de su amada hasta que el miedo desaparecía por completo y la dicha volvía a anidar en su pecho pues ya no le importaba sufrir en un sueño porque en su vida real era feliz, justo lo contrario de lo que le había ocurrido desde años atrás, desde que su única relación estable se fue al garete.

     Carmen también tenía algún que otro mal despertar por mor de su subconsciente aunque en su caso los miedos eran de naturaleza bien distinta: Soñaba que se enamoraba de Manu que sus caricias, sus mimos, su pasión y devoción le hacían sucumbir a lo que más temía en el mundo... Perder su libre albedrío aunque fuese en parte.
  Ella sabía que amar es entregar una parte de ti mismo a otra persona, es renunciar al yo para pensar en el nosotros, amar es adictivo y crea dependencia emocional y física.
  Enamorarse, en esta etapa de su vida, solo sería una rémora para sus planes de futuro volviendo del revés su planificado presente y solo se le ocurría una cosa para poner freno a esa posibilidad sin renunciar a la compañía de su recién estrenado compañero de cama: No volver a yacer solo con él.
  Sabía que la idea no le haría demasiada gracia a él pero tendría que aceptarlo o renunciar a ella y aunque no era su intención hacerle daño a ese hombre que tanto amor le daba tenía que pensar en sí misma, no era egoísmo ni crueldad sino mera supervivencia.

     Manu no se tomó la propuesta con demasiado entusiasmo, la idea de otro hombre tocándola, besándola, penetrándola le ponía enfermo, le volvía loco de celos pero ¿ Qué podía hacer salvo decir que sí ? 
  La amaba tanto y le estaba tan agradecido por haberle devuelto las ganas de vivir, por esas semanas de cuento de hadas... Y sobre todo no quería perderla así que por muy doloroso que fuera compartirla aceptó la proposición.
  Tener una parte de ella era mejor que no tener nada, una parte de ella seguía siendo muchísimo más valiosas que la totalidad de cualquier otra persona para él.


                                                      

                                                                Continuará...





lunes, 30 de septiembre de 2013

De Amor y de sexo ( capítulo 6 )

                                                
                                          La confirmación





     La noche fue bien como era de esperar, tras la tempestad de la pista de baile llegó la calma en forma de cena romántica y al terminar fueron a casa de él como fin de fiesta.
  Manu como buen anfitrión estaba  deseoso de colmar de atenciones a su compañera por lo que le pidió que, tras desnudarse ambos, se tumbara bocabajo en la cama entonces se subió sobre ella apoyando levemente sus testículos en su ano y mientras acariciaba su blanquecina espalda besaba y lamía su cuello.
  La besó con la boca entreabierta dejando asomar la lengua una y otra vez por su nuca, sus hombros, su espalda acariciándolos con su lengua y sus labios de abajo a arriba, de derecha a izquierda con suavidad, recreándose en las zonas más erógenas hasta llegar a su bonito culo.
  Hizo resbalar la lengua por la hendidura que separa sus nalgas, la introdujo en su ano y en su vagina, lamió y mordisqueo sus cachas, sus muslos, sus pantorrillas y devoró sus pies introduciendo en la boca los dedos uno por uno.

        Carmen gemía experimentando a la vez relajación y excitación cuando él le pidió que diese la vuelta, entonces la besó, mordió su boca con tanta pasión como dulzura,
  Recorrió todo su cuerpo rozándola con la yema de los dedos desde el cuello hasta los pies varias veces y con cada acción el sexo de la joven estaba más empapado, el flujo resbalaba entre sus muslos.
  Él hizo el mismo recorrido con la lengua, esta vez comenzando por los pequeños dedos de sus pies, subiendo hasta sus muslos hasta quedarse mordisqueando los labios exteriores de su vagina antes de seguir lamiendo su ombligo y subir hasta sus pechos, los cuales recorrió con su lengua muy despacio formando círculos concéntricos de mayor a menor diámetro hasta recrearse chupando sus pezones mientras volvía a acariciar su sexo.

  - Me estás matando, Manu. Penétrame ya, por amor de dios !!  Exclamó con voz queda
  - Aún no, amor mio. primero he de beberme tu jugo.

  Le respondió el hombre y acto seguido procedió a lamer su clítoris a la vez que introducía un par de dedos en su agujero genital para aumentar el goce e incrementar el orgasmo que se acercaba inexorablemente.
  Ella gritaba y apretaba sus muslos contra la cara de él mientras agarraba con fuerza su cabello cuando se desbordó  empapando la boca y la mejilla del hombre, el cual bebió el elixir  que brotaba de esa fuente inagotable de deseo y lujuria y antes de que ella bajara las piernas, que seguían apretadas contra su cara, le dijo:

  - Ahora sí, cariño. Ahora sí.

     Separó sus muslos con toda la delicadeza que le permitía su alto grado excitación y la penetró, por fin.
  Los jadeos de ambos iban " in crescendo " en concordancia con los movimientos pélvicos de él que estaba deseoso por soltar su cremosa carga mas quería darle a su amante el tiempo suficiente para poder acompañarle en su clímax.
  Para lograr tal  fin le pidió que cambiase de postura, ella lo hizo y aunque fueron solo unos segundos los que su cueva estuvo vacía se le hicieron eternos.
  Se posicionó apoyándose en manos y rodillas y gritó de placer al sentir de nuevo el ardiente falo en su interior, ahora gozaba aun más pues él se movía con más frenesí hasta que eyaculó soltando un aullido de placer junto a su fluido seminal y ella le siguió unos segundos más tarde con un nuevo y más intenso orgasmo.


                                                               Continuará... 



     

jueves, 26 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 5 )

                                                             
                                                La resaca




     Manu se sentía como el protagonista de aquella famosa película de los años 90, se sentía el rey del mundo. Antes de conocerla a ella pensaba que había tocado fondo y ahora creía caminar sobre una nube y aunque sabía que antes o después tendría que volver a pisar sobre tierra firme pretendía posponerlo el mayor tiempo posible.
  No tenía empleo estable así que trataba de ganarse la vida como podía: Haciendo recados, sacando a perros a pasear, repartiendo publicidad e incluso escribiendo cosas por encargo pues siempre se le dieron mejor los textos que las conversaciones.
  No pasaba demasiados apuros económicos para vivir, pues contaba con la ayuda familiar, pero le entristecía y enojaba al tiempo no poder permitirse el tener un detalle con su amada.
   Un detalle de esos que suelen gustar tanto a las mujeres como regalarle un ramo de rosas sin tener que esperar a que fuese una fecha especial, simplemente para verla sonreír, ver ese brillo de ilusión en sus ojos que tanto le gustaba.
  Mas ahora no pensaba en eso pues en su cabeza solo había lugar para la dicha tras haber pasado la mejor noche de su vida, las endorfinas casi no le cabían en el cerebro.
  Era feliz por primera vez en mucho tiempo quizás por primera vez en su vida pues acababa de hacer el amor con una chica a la que no solo admiraba como mujer sino que admiraba como persona y eso era algo que nunca la había pasado.

     Carmen, por su parte, se sentía bien pero nada más pues el hecho de gustar tanto a alguien, de sentirse tan deseada y admirada no le sienta mal al ego de nadie.
 Manu no era el único hombre que la deseaba, ni mucho menos, pero veía tanto amor en sus ojos cuando la miraba que se sentía sumamente halagada y, aunque no estaba enamorada de él, le quería por ello pues sus atenciones y sus inseguridades desertaban su ternura y su cariño.
  Ella era una mujer de su tiempo y le gustaban las cosas que le gustan a las chicas de su edad, se sentía igual de bien en compañía de hombres y de mujeres, de jóvenes y viejos pues tenía un don de gentes excepcional.
  Él era un anacronismo viviente que conectaba más y mejor con niños que con adultos, se sentía más cómodo con mujeres que con hombres, con jóvenes que con personas de su edad y era de los pocos que aun creían que el honor y la lealtad eran la base de toda relación.
  Eran tan diferentes que algunos dirían que no tenían nada en común y por lo tanto no podían entenderse, eran tan diferentes que otros dirían que estaban hechos el uno para el otro pues se complementaban, que por separado eran valiosos pero juntos no tenían precio.

     Esa noche habían vuelto a quedar pero sin formalismos, darían una vuelta para tomar el aire y charlar y después irían a una disco a bailar un poco que era algo que a ella se le daba muy bien y a él no tanto.
  Ya estaban, de hecho, moviendo la cintura al ritmo que dictaba la música y ella se movía como un cisne, él como un pato mareado, ella parecía brillar con luz propia atrayendo todas las miradas del personal que les rodeaba, él trataba de no estorbar demasiado.
  No paraban de bailar, beber y reír, ella disfrutando del momento como hacía siempre, él pensando en lo que vendría después y no veía la hora de recogerse para volver a tenerla entre sus brazos, para volver a saborear sus efluvios.



                                                              Continuará...

  

lunes, 16 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 4 )

                                              El sexo




     El apartamento de Carmen era pequeño, coqueto, amueblado lo justo para ser espacioso y funcional, sin demasiados adornos, minimalista y acogedor.
  Ella le invitó a acomodarse en el sofá con un gesto de la mano y él obedeció encantado:

     -   ¿ Quieres tomar algo Manu ? -
     -   No sé, lo que vayas a tomar tú, guapa. -
     - Yo me tomaré una Coca, ¿ Quieres otra ? -
     - Pensaba que decías algo para beber no para esnifar, jejeje. No, mejor una cerveza, si tienes, que la cafeína no me sienta muy bien. -
     - Toma, está fría. Voy a ponerme algo más cómodo, vuelvo en seguida. -
     - Vale, Como te pongas algo mas corto me va a dar un telele jejeje. - 

  Dijo Manu mientras la contemplaba con admiración encaminarse hacia el dormitorio, casi se había terminado la bebida cuando ella reapareció y lo que dijo en tono humorístico casi se cumple... Casi le dio algo cuando la vio aparecer, casi se le para el corazón al verla caminar hacia él con menos ropa, con ninguna ropa de hecho.
  Ahora sí que creía estar viendo a la Venus del cuadro rediviva con su áurea melena posándose delicadamente sobre sus bellos hombros, algunos mechones encrespados parecían acariciar sus pequeños pechos blanquecinos de pezones sonrosados los cuales no eran ni demasiado grandes ni demasiado pequeños, para Manu eran perfectos y su pubis sin depilar mostraba un tapiz rizado no tan claro como su cabello en sensual contraste con su tez de blanco satén.

     Carmen se encaramó al sofá, se agarró a la nuca de Manu con ambas manos y se sentó con las piernas abiertas sobre su regazo apoyando su vagina sobre el paquete, cada vez más abultado de él.
  Manu la besó, por fin, como llevaba soñando hacerlo desde que la conoció aunque no era en un momento así como lo imaginaba. Sus labios se apretaban cada vez con más fuerza, con más pasión, sus lenguas se entrelazaban mientras ella se movía despacio de delante hacia atrás rozando su clítoris con la entrepierna de él.
  Manu le chupó el lóbulo de la oreja detenidamente, paseó la lengua por su delicado cuello mientras acariciaba sus pechos, los apretaba y pellizcaba sus pezones con la fuerza justa para dar placer sin hacer daño.
  Ella gemía con intensidad al sentir placer en su cuello, sus pezones y su clítoris al unísono y por ello su boca se estaba quedando seca mientras que su vagina se humedecía cada vez más así que volvió a buscar la boca de él pues en ese momento necesitaba su lengua y su saliva más que respirar y tras unos minutos, en que sus bocas parecieron fundirse, le tocó a ella recorrer el torso del hombre con su lengua.
 Se bajó del sofá y tras recorrer el pecho de él, lamer sus pezones y dejar resbalar la lengua hacia su vientre, le abrió la bragueta y le despojo de sus pantalones y ropa interior.

     Ante sus labios estaba el pene erecto, palpitante con gotas de esperma coronando su glande pero antes de proceder a la felación alzó la vista pues quería ver la expresión de la cara de su partener, los ojos desorbitados por el deseo de él la excitaron aun más y lamió el glande primero con la punta de la lengua y luego con toda ella.
  Recorrió toda la verga y chupeteó sus testículos afeitados antes de meterla en su boca y succionar de arriba abajo como si se tratase de un helado caliente en vez de frío, que no disminuía a cada succión sino que aumentaba su grosor hasta que los jadeos de Manu empezaron a convertirse en quejidos de placer.
  Entonces recorrió la verga con su boca una última vez, se encaramó de nuevo sobre él introduciéndose el pene en su humedecida vagina en su totalidad y se movió rítmicamente cada vez más deprisa, cada vez más excitada con el roce de la parte interna de su clítoris con las suave textura del glande del hombre.
  Ambos jadeaban, gemían y aullaban hasta que un estallido de esperma caliente la inundó hasta el útero segundos antes de que ella también explotara en un orgasmo incontenible
  Terminado el acto se abrazaron con todo el cuerpo cubierto del sudor de ambos, se abrazaron esta vez con más ternura que deseo.



                                                                    Continuará...
  


     


domingo, 15 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 3 )

                                                                 
                                                                         La Cita



 Un domingo caluroso como pocos el teléfono de Manu sonó y por la melodía personalizada supo que era ella, casi de deja los piños contra la mesita de noche al ir presto a cogerlo.
 Su mano temblaba al coger el móvil, su voz temblaba al responder pero lo importante es que era ella y quería verle, naturalmente la respuesta de Manu fue afirmativa.

     Carmen era una joven veinteañera, muy madura para su edad, que una vez en su pasado pues salió con la persona equivocada y no le fue bien, mas el daño que sufrió no solo le sirvió para aprender, para ser más precavida sino que le hizo ser más selectiva y fijarse más en el interior de la persona.
  Ya no se dejaba embaucar por un físico de cine, una actitud triunfadora o una ostentación de recursos económicos sino que ahora le atraían más otras cosas como el romanticismo, los pequeños detalles como recordar siempre su cumpleaños, estar siempre dispuesto a darle una palabra de aliento, pensar antes en ella que en si mismo, etc.
  Aún así, estaba dispuesta a ver a Manu  fuera del trabajo, a intimar con él e incluso a tener algo de sexo pero no a hipotecar su futuro que se le antojaba fructífero y exitoso, ella era un espíritu libre y quería seguir siéndolo.

     El gran día para Manu llegó por fin, había estado horas pensando que ponerse pues ninguna camisa le parecía lo bastante buena, ningún pantalón lo bastante elegante, todo le parecía poco para lucirlo con ella y finalmente optó por una camisa gris y unos vaqueros, lo que tenía menos visto en su armario.
   Carmen no tuvo tantos problemas a la hora de elegir vestimenta sabedora de que cualquier cosa le sentaba bien, pues estaría sexy hasta con un mono de mecánico, así que eligió sin pensarlo mucho una minifalda negra estampada con algo de vuelo y una blusa muy escotada. 
  Y allí estaban en el punto de encuentro a la hora acordada: Ella sonriente y radiante como siempre, él ilusionado y nervioso como nunca.
   Pasearon, hablaron, se rieron, se sentaron en un banco del parque rodeados de naturaleza, pasearon por las calles del centro de la ciudad rodeados de humanidad pero para él es como si estuvieran solos pues solo la veía a ella, solo la escuchaba a ella, el resto del mundo estaba de adorno.
  Hablaron de temas mundanos y de temas profundos, hablaron del pasado, comentaron sobre el futuro pero sobre todo disfrutaron del presente... Estaba siendo una gran velada pero todo lo que empieza tiene que acabar.

     Mientras la acompañaba a casa Manu pensaba, con cierto desazón, en como debía despedirse de ella... ¿ Besándola en la mejilla, dándole un abrazo, besándola la mano en plan caballero de otra época ? ¿ O Quizás debía hacer lo que más le apetecía en realidad y besarla en la boca apasionadamente ?
  Carmen, por su parte, no tenía ninguna preocupación ni ninguna duda pues sabía bien lo que quería y lo que debía hacer, sabía que era la dueña de la situación que ese juego se jugaría según sus reglas y antes que el atribulado Manu se hubiera decidido sobre cual era la despedida más adecuada ella le invitó a subir a casa y, como no podía ser de otra manera, Manu aceptó la invitación.
  Pensó que solo tomarían la última copa ( la primera en realidad puesto que no habían bebido nada ) que seguirían charlando un poco más, oirían algo de música y se marcharía pues era demasiado modesto para pensar que la bella Carmen podía querer tener sexo con su humilde persona y, como era tan habitual en él, se volvió a equivocar.



                                                                       continuará...




     

jueves, 12 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 2 )

                                                Manu


 
   
    Manu era un tipo de los que se podían denominar del montón pues no era guapo ni tampoco feo, no estaba gordo ni tampoco era delgado.
  Era alto y corpulento de pelo moreno y rizado con un aspecto de lo más corriente aunque no era un tipo del todo corriente pues no solían gustarle las mismas cosas que la mayoría de los hombres.

  Estaba lleno de contrastes: Era un soñador con tendencia a ilusionarse a la vez que un pesimista redomado que lo veía todo negro, podía ser tan amable y sonriente como borde y antipático, era unas veces sosegado y tranquilo mientras que otras se mostraba nervioso y cualquier cosa le alteraba pero siempre era honesto, siempre fiel, siempre estaba dispuesto a todo por complacer a la mujer amada y nunca estaba dispuesto a nada para complacerse a sí mismo.  Eran esos contrastes, esa riqueza de espíritu lo que  hacía que para algunas mujeres fuera encantador mientras que para otras era insufrible.

     Una tarde de verano el destino quiso que entrase en el establecimiento donde Carmen trabajaba y la primera vez que la vio  la primera vez que sus ojos se encontraron quedó grabado a fuego en su retina en su mente y en su corazón para siempre.
  Él comenzó a frecuentar el local con cierta frecuencia para poder verla buscando cualquier excusa para hablar con ella tratando de vencer su timidez natural hasta que incluso se atrevió a pedirle una cita.
  Su negativa no le sorprendió, de hecho no esperaba otra respuesta, pues ¿ A que diosa le apetece caminar por la tierra con un mortal ? ¿ Que diosa está dispuesta a dejar que otros dioses la vean de la mano de un mero humano ? Y eso es lo que era para Manu, una auténtica diosa.
  Cuando la  miraba evocaba uno de sus cuadros favoritos: " El nacimiento de Venus " de Botticelli mas, a pesar de eso, siguió visitándola casi a diario con cada vez menos esperanzas de que pudiera surgir algo entre ambos pero no podía renunciar a estar cerca de ella.

     Era un hombre de mediana edad con cierta algo de experiencia en amores y bastante en desamores y pensó que podría controlar sus emociones.Pensó que podría contener un vendaval que podría frenar una avalancha , de detener un huracán y, naturalmente, se equivocó.
  Cada vez que la veía sonreír  cada vez que olía su perfume que oía su voz, cada vez que se perdía en sus ojos una parte de su corazón le era arrebatado, una parte de su alma dejaba de pertenecerle.
  Pese a sus vanos esfuerzos por impedirlo se había enamorado perdidamente de ella pues para alguien como él era imposible mirarla sin admirarla, admirarla sin amarla... El amor, como todo lo realmente importante de esta vida, es sufrido y duele mucho al comenzar como en un parto.

     Manu se sentía feliz al estar en su presencia pero a veces era sumamente desdichado pues se sentía afortunado por poder mirarla, afortunado de poder escucharla mas desgraciado de no poder tocarla ni besarla. No verla era un sufrimiento pero, a veces, verla le hacía sufrir aun más.
  Quería reir por tener la dicha de ser su amigo y quería llorar por tener la desdicha de no ser su amado, creía no tener ninguna posibilidad de ser correspondido aunque fuese en parte pero de nuevo se equivocó.



                                                                continuará....
  

martes, 10 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 1 )

                                                   
                                                                       Carmen





   Carmen era una auténtica belleza natural de rizos dorados con ojos del mismo azul que el cielo en primavera, de labios rosados que, junto a unos dientes de color blanco radiante, formaban una sonrisa perfecta, arrebatadora e irresistible.

  Su cuerpo era esbelto de preciosa piel rosada moteada de pecas y lunares con piernas de bailarina que generosamente lucía con minifaldas y shorts que dejaban poco lugar a la imaginación además las transparencias y los escotes de vértigo que solía mostrar la hacían ser una de las mujeres más deseables que cualquiera podía imaginar.

  Aunque tanta beldad también podía ser un arma de doble filo pues estaba rodeada de admiradores, de depredadores sexuales que buscaban yacer con una exquisita criatura como era ella mas todos se quedaban en el físico y no veían más allá.
  No veían la gran persona que era, lo inteligente, lo dulce, lo generosa que era la hacían más valiosa aún mas no para todo los hombres, no para la mayoría que solo esperaban saciar sus apetitos carnales.

     Trabajaba en un locutorio pero era solo un medio transitorio de ganarse la vida mientras continuaba con sus estudios de arte dramático y artes escénicas y esperaba al término de estos poder dedicarse a su gran pasión: Ser artista.
  Esperaba poder ser bailarina y actriz pero no le haría ascos a trabajar en labores de producción, cualquier cosa con tal de estar metida en ese mundillo que tanto la apasionaba desde que era una cría y a sus 25 años por fin veía posible alcanzar su sueño.

     Con objeto de lograr sus fines nunca se permitió el lujo de tener  pareja estable pues eso le restaría independencia, la distraería de sus obligaciones, esperaba encontrar el amor algún día pero no ahora.
  Ahora no era un buen momento para enamorarse ya tendría tiempo para ello mas el tiempo en el que suceden las cosas no depende de uno.
  Las cosas pasan cuando tienen que pasar y a veces pasan en el momento más inoportuno como la bella Carmen estaba apunto de vivir en sus propias carnes.




                                                               Continuará...

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El taxidermista enamorado

   


 No era tarde aún para salvar su matrimonio, sólo tenía que esforzarse por arreglar las cosas lo antes posible, tenía que hallar la forma de mantenerla a su lado y hacerlo ya.
  No tenía muy claro en que momento empezaron a torcerse las cosas, en que preciso instante todo comenzó a venirse abajo... Quizás fue cuando se marchó al extranjero a trabajar ya que no encontraba ningún empleo de taxidermista en su ciudad ni siquiera en su país.
  Buscó otro tipo de trabajo pero no estaba preparado para hacer ninguna otra cosa, era la profesión de su padre y del padre de su padre, era el negocio familiar y no sabía ni quería  nada más.
  Los meses que pasó fuera supusieron un cierto distanciamiento pues,  digan lo que digan los literatos y creadores de canciones, la distancia sí es el olvido, si el roce hace el cariño la falta de él lo deshace. Ella no le acompañó pues tenía sus propios objetivos laborales que cumplir: Era enfermera y estaba dedicada en cuerpo y alma a sus pacientes, todos la querían y ella les quería a todos aunque a unos más que a otros.

     En la habitación 223 había un paciente muy especial para ella, era joven y apuesto además de simpático y buen conversador. Se había roto la pierna izquierda por varios sitios en un accidente de moto. No estuvo mucho tiempo ingresado mas sí el suficiente para sentirse atraída por él e intercambiar sus números de teléfono y cuando su marido le comentó lo frustrado que se sentía por no poder realizar su  labor vocacional vio el cielo abierto.
   Vio una oportunidad de quedarse sola un tiempo para poder conocer a ese apuesto joven motorista pues hacía tiempo que su vida se había vuelto rutinaria.
  No se casó enamorada pero sí ilusionada, esperaba que con el tiempo ese afecto que sentía  hacia su novio de toca la vida se volviera amor.
  Amor de verdad, amor con mayúsculas de ese del que hablan en las películas y en las novelas, de ese del que nada te importa con tal de estar al lado de esa persona que te hace sentir tan especial.
  Mas no fue así, fue a peor su marido la trataba bien y se desvivía por ella pero no la llenaba intelectual ni románticamente y en la cama tampoco la dejaba plenamente satisfecha.
  No era que no fuera un buen amante, considerado y esforzado, que sí lo era sino que no despertaba su libido y tampoco ayudaba mucho ese olor a formol, a animales muertos que siempre le acompañaba.

     Mientras estuvo fuera, en Sudamérica ejerciendo su labor, ella se entregó en cuerpo y alma a su nuevo amante y este si que la llenaba en todos los sentidos: Le hacía reír con sus bromas, le miraba ensimismada cuando le relataba las historias de sus viajes y aventuras y sobre todo le proporcionaba orgasmos como nadie lo hizo antes.
  Su esposo sin embargo lo paso mal, no hubo un solo día que no llorara su ausencia, no hubo un solo día que no deseara llamarla, pues necesitaba oír su voz, mas la diferencia horaria se lo impedía y en cuanto a sus necesidades físicas las satisfacía manualmente y en ocasiones con alguno de los cadáveres con los que trabajaba. 
  No había suficiente trabajo para disecar animales así que también colaboraba con una empresa de pompas fúnebres.

     El tiempo de su separación  pasó por fin para él, por desgracia para ella y llegó la hora de volver a estar juntos y él cogió un vuelo anterior al que le había dicho para darle una sorpresa.
  Quería aparecer por casa de improviso `para ver como se dibujaba en su cara una sonrisa de felicidad al tenerle de nuevo junto a ella pero la sorpresa se la llevó él y ninguna sonrisa apareció en su rostro, solo una mueca de ira le desencajó el semblante.
  Aunque ella también se quedó sorprendida cuando entró en el dormitorio conyugal y la encontró abierta de piernas con ese hombre de piel morena penetrándola sin ningún miramiento,  pero no era felicidad lo que veía en su semblante.
  Se había quedado muda de la impresión, a pesar de que unos segundos antes no paraba de jadear y gemir con gran estrépito, lo cual le vino bien al marido ya que ella no pudo ni gritar cuando   la sangre de su amante le cubrió los pechos y la cara.
  No pudo gritar cuando después de atravesar la nuca del motorista, con una de las herramientas que usaba en su trabajo, le aferró la garganta con ambas manos y apretó hasta que la vida de su amada expiró.

     Ahora entendía porqué le animaba tanto a marcharse para sentirse realizado, porqué todas las veces que hablando por teléfono o a través de la red le decía que aguantase hasta cumplir su contrato... no lo hacía por él ni por su matrimonio, lo hacía para poder estar con su amante.
  Pero a pesar de todo la seguía amando y no iba a dejar que nada les separase, se desharía del cuerpo del intruso pero a ella la prepararía, realizaría su mejor trabajo con ella, la pondría más bella que nunca y nunca envejecería, siempre estaría a su lado.
  Definitivamente, aún estaba a tiempo para salvar su matrimonio.





                                                                              FIN