lunes, 16 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 4 )

                                              El sexo




     El apartamento de Carmen era pequeño, coqueto, amueblado lo justo para ser espacioso y funcional, sin demasiados adornos, minimalista y acogedor.
  Ella le invitó a acomodarse en el sofá con un gesto de la mano y él obedeció encantado:

     -   ¿ Quieres tomar algo Manu ? -
     -   No sé, lo que vayas a tomar tú, guapa. -
     - Yo me tomaré una Coca, ¿ Quieres otra ? -
     - Pensaba que decías algo para beber no para esnifar, jejeje. No, mejor una cerveza, si tienes, que la cafeína no me sienta muy bien. -
     - Toma, está fría. Voy a ponerme algo más cómodo, vuelvo en seguida. -
     - Vale, Como te pongas algo mas corto me va a dar un telele jejeje. - 

  Dijo Manu mientras la contemplaba con admiración encaminarse hacia el dormitorio, casi se había terminado la bebida cuando ella reapareció y lo que dijo en tono humorístico casi se cumple... Casi le dio algo cuando la vio aparecer, casi se le para el corazón al verla caminar hacia él con menos ropa, con ninguna ropa de hecho.
  Ahora sí que creía estar viendo a la Venus del cuadro rediviva con su áurea melena posándose delicadamente sobre sus bellos hombros, algunos mechones encrespados parecían acariciar sus pequeños pechos blanquecinos de pezones sonrosados los cuales no eran ni demasiado grandes ni demasiado pequeños, para Manu eran perfectos y su pubis sin depilar mostraba un tapiz rizado no tan claro como su cabello en sensual contraste con su tez de blanco satén.

     Carmen se encaramó al sofá, se agarró a la nuca de Manu con ambas manos y se sentó con las piernas abiertas sobre su regazo apoyando su vagina sobre el paquete, cada vez más abultado de él.
  Manu la besó, por fin, como llevaba soñando hacerlo desde que la conoció aunque no era en un momento así como lo imaginaba. Sus labios se apretaban cada vez con más fuerza, con más pasión, sus lenguas se entrelazaban mientras ella se movía despacio de delante hacia atrás rozando su clítoris con la entrepierna de él.
  Manu le chupó el lóbulo de la oreja detenidamente, paseó la lengua por su delicado cuello mientras acariciaba sus pechos, los apretaba y pellizcaba sus pezones con la fuerza justa para dar placer sin hacer daño.
  Ella gemía con intensidad al sentir placer en su cuello, sus pezones y su clítoris al unísono y por ello su boca se estaba quedando seca mientras que su vagina se humedecía cada vez más así que volvió a buscar la boca de él pues en ese momento necesitaba su lengua y su saliva más que respirar y tras unos minutos, en que sus bocas parecieron fundirse, le tocó a ella recorrer el torso del hombre con su lengua.
 Se bajó del sofá y tras recorrer el pecho de él, lamer sus pezones y dejar resbalar la lengua hacia su vientre, le abrió la bragueta y le despojo de sus pantalones y ropa interior.

     Ante sus labios estaba el pene erecto, palpitante con gotas de esperma coronando su glande pero antes de proceder a la felación alzó la vista pues quería ver la expresión de la cara de su partener, los ojos desorbitados por el deseo de él la excitaron aun más y lamió el glande primero con la punta de la lengua y luego con toda ella.
  Recorrió toda la verga y chupeteó sus testículos afeitados antes de meterla en su boca y succionar de arriba abajo como si se tratase de un helado caliente en vez de frío, que no disminuía a cada succión sino que aumentaba su grosor hasta que los jadeos de Manu empezaron a convertirse en quejidos de placer.
  Entonces recorrió la verga con su boca una última vez, se encaramó de nuevo sobre él introduciéndose el pene en su humedecida vagina en su totalidad y se movió rítmicamente cada vez más deprisa, cada vez más excitada con el roce de la parte interna de su clítoris con las suave textura del glande del hombre.
  Ambos jadeaban, gemían y aullaban hasta que un estallido de esperma caliente la inundó hasta el útero segundos antes de que ella también explotara en un orgasmo incontenible
  Terminado el acto se abrazaron con todo el cuerpo cubierto del sudor de ambos, se abrazaron esta vez con más ternura que deseo.



                                                                    Continuará...
  


     


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