domingo, 15 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 3 )

                                                                 
                                                                         La Cita



 Un domingo caluroso como pocos el teléfono de Manu sonó y por la melodía personalizada supo que era ella, casi de deja los piños contra la mesita de noche al ir presto a cogerlo.
 Su mano temblaba al coger el móvil, su voz temblaba al responder pero lo importante es que era ella y quería verle, naturalmente la respuesta de Manu fue afirmativa.

     Carmen era una joven veinteañera, muy madura para su edad, que una vez en su pasado pues salió con la persona equivocada y no le fue bien, mas el daño que sufrió no solo le sirvió para aprender, para ser más precavida sino que le hizo ser más selectiva y fijarse más en el interior de la persona.
  Ya no se dejaba embaucar por un físico de cine, una actitud triunfadora o una ostentación de recursos económicos sino que ahora le atraían más otras cosas como el romanticismo, los pequeños detalles como recordar siempre su cumpleaños, estar siempre dispuesto a darle una palabra de aliento, pensar antes en ella que en si mismo, etc.
  Aún así, estaba dispuesta a ver a Manu  fuera del trabajo, a intimar con él e incluso a tener algo de sexo pero no a hipotecar su futuro que se le antojaba fructífero y exitoso, ella era un espíritu libre y quería seguir siéndolo.

     El gran día para Manu llegó por fin, había estado horas pensando que ponerse pues ninguna camisa le parecía lo bastante buena, ningún pantalón lo bastante elegante, todo le parecía poco para lucirlo con ella y finalmente optó por una camisa gris y unos vaqueros, lo que tenía menos visto en su armario.
   Carmen no tuvo tantos problemas a la hora de elegir vestimenta sabedora de que cualquier cosa le sentaba bien, pues estaría sexy hasta con un mono de mecánico, así que eligió sin pensarlo mucho una minifalda negra estampada con algo de vuelo y una blusa muy escotada. 
  Y allí estaban en el punto de encuentro a la hora acordada: Ella sonriente y radiante como siempre, él ilusionado y nervioso como nunca.
   Pasearon, hablaron, se rieron, se sentaron en un banco del parque rodeados de naturaleza, pasearon por las calles del centro de la ciudad rodeados de humanidad pero para él es como si estuvieran solos pues solo la veía a ella, solo la escuchaba a ella, el resto del mundo estaba de adorno.
  Hablaron de temas mundanos y de temas profundos, hablaron del pasado, comentaron sobre el futuro pero sobre todo disfrutaron del presente... Estaba siendo una gran velada pero todo lo que empieza tiene que acabar.

     Mientras la acompañaba a casa Manu pensaba, con cierto desazón, en como debía despedirse de ella... ¿ Besándola en la mejilla, dándole un abrazo, besándola la mano en plan caballero de otra época ? ¿ O Quizás debía hacer lo que más le apetecía en realidad y besarla en la boca apasionadamente ?
  Carmen, por su parte, no tenía ninguna preocupación ni ninguna duda pues sabía bien lo que quería y lo que debía hacer, sabía que era la dueña de la situación que ese juego se jugaría según sus reglas y antes que el atribulado Manu se hubiera decidido sobre cual era la despedida más adecuada ella le invitó a subir a casa y, como no podía ser de otra manera, Manu aceptó la invitación.
  Pensó que solo tomarían la última copa ( la primera en realidad puesto que no habían bebido nada ) que seguirían charlando un poco más, oirían algo de música y se marcharía pues era demasiado modesto para pensar que la bella Carmen podía querer tener sexo con su humilde persona y, como era tan habitual en él, se volvió a equivocar.



                                                                       continuará...




     

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