La oscuridad es mi mayor terror, la causa de mi desazón, el motivo de mi ansiedad.
Durante el día no tengo demasiados problemas pues la intensa luz solar suele ser mi aliada. Es al llegar el ocaso cuando debo estar continuamente alerta, evitar las zonas poco iluminadas en las escasas ocasiones que salgo a la calle y mantener las luces encendidas perennemente cuando estoy en casa.
Todo empezó hace unas semanas cuando encontré aquel objeto tirado en la acera, parecía una inofensiva figurita de madera, una talla de una mujer sosteniendo un candelabro pero era mucho más que eso. No sé quien talló la figura ni con que propósito pero desde entonces mi vida se ha convertido en un infierno.
Al llegar a casa, aquella tarde, empecé a verla cada vez que apagaba la luz, era una niña de aspecto cadavérico que se acercaba a mi con la piel mortecina llena de pústulas, con los ojos blancos sin pupila alguna. Con una larguísima y negra cabellera, vestía un camisón blanco hecho harapos y muy sucio y la expresión de su cara era aún más aterradora que todo lo demás. No era una alucinación producto de una ingesta de alcohol o un abuso de sustancias psicotrópicas como a veces me pasaba.
El odio, la ira que se reflejaba en su rostro, en sus ojos eran demasiado reales, demasiado aterradores. Fuera lo que fuese esa criatura era tan real como yo mismo y solo al encender la luz pude recuperar el aliento y la compostura.
Desde entonces trato de averiguar que es, de donde ha salido y que es lo que busca, pensando que si encuentro la respuesta a esas preguntas quizás halle la forma de deshacerme de ella antes de que acabe con mi cordura.
He buscado en Internet, en bibliotecas especializadas en ocultismo, he contactado con todo tipo de personas relacionadas con la cultura del más allá.. videntes, cazafantasmas, exorcistas, etc y todo ha sido en vano. No pude encontrar ninguna fuente que me pareciese mínimamente fiable, que me sirviese de guía para hallar una solución.
Nada, solo palabrería contradictoria. Algunos me decían que debía destruir la figura, otros que si lo hacía se quedaría junto a mi para siempre. Unos me instaban a realizar un ritual religioso ( mediante ritos budistas, católicos, islámicos, baptistas.. ) y otros ceremonias paganas ( ritos celtas, sumerios, ,vudús... )
Quizás la solución sea más simple de lo que parece, tal vez lo que debo hacer es coger el toro por los cuernos. Apagar la luz y dejar que la criatura se me acerque a mi y me diga, o me muestre, que quiere de mi. Puede que no sea lo más sensato pero no se me ocurre nada mejor y por mucho que me aterre la idea eso es lo que voy a hacer.
Dejo constancia de mi plan de acción, por escrito, por si el desenlace es fatal y mi experiencia puede servir de ayuda a alguien con un problema similar en el futuro, me siento en mi sillón favorito y apago la luz.
Estoy a oscuras por primera vez desde aquella funesta tarde y ya la veo frente a mí, de pie acercándose, arrastrando los pies descalzos sobre la alfombra. Mas a medida que se acerca, la espantosa mueca de odio de su rostro se va suavizando hasta tornarse en una encantadora sonrisa, una brillantes pupilas azules aparecen en sus globos oculares, su piel va adquiriendo color dejando atrás la mortecina palidez de antes, incluso su desvencijada indumentaria es sustituida por un bonito y floreado vestido.
En unos segundos la visión más aterradora que jamás había contemplado se ha convertido en la imagen de una preciosa niña de mirada dulce y sonrisa contagiosa.
Me besó en la mejilla y me susurró al oído:
- Gracias. -
- ¿ Porqué ? - Inquirí, perplejo.
- Por no temerme, por no juzgarme por mi aspecto, por darme la oportunidad de mostrarme como soy realmente -
- ¿ Eso es todo lo que necesitabas ? ¿ Nada más que eso ? -
- Sí, nada más y nada menos que eso. Necesitaba que un desconocido me mostrase la compasión y respeto que otro me negó años ha. -
- ¿ Quién, Quién te hizo esto ? -
- Eso ya no importa ahora soy libre, ambos lo somos. Yo para alcanzar la paz eterna y tú para volver a disfrutar de la oscuridad, ambos podemos descansar, al fin.
Y desapareció sin más, no volví a verla y lo único que me da la certeza de que no lo soñé todo es la figurita de madera que guardo como oro en paño desde entonces y que me acompaña cada noche al acostarme, debajo de mi almohada.
La figurita de madera y la cálida voz infantil que me susurra " Dulces sueños " cada noche desde aquella memorable tarde.
FIN
Genial mau es de esas historias que me gustan felicidades un abrazo
ResponderEliminarGracias Naria, un abrazo fuerte
EliminarUna preciosa historia
ResponderEliminarmuchas gracias Carlos
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