viernes, 18 de octubre de 2013
De amor y de sexo ( Capítulo 13 )
El Final
Carmen había notado la creciente apatía de su compañero menos moreno y estaba algo preocupada por ello.
Pensaba poder contentar a sus dos amores pero veía que tal cosa iba a ser imposible, quería conservar a Manu pero sin renunciar a Samuel y no estaba dispuesta a hacer ningún sacrificio como hizo en el pasado no fue feliz.
Ahora sí que lo era y decidió dejarlo en manos del destino " Alea jacta es ", que fuese él el que dictase sentencia como siempre hacía, por otra parte.
Samuel también había notado el distanciamiento de su forzoso compañero de cama y se alegraba por ello aunque era un hombre caritativo pues entendía que la caridad bien entendida empieza por uno mismo.
Ahora veía una oportunidad de rehacer su vida definitivamente junto a Carmen y haría lo posible por aprovecharla, no quería perder a otro gran amor pero no le deseaba ningún mal a su rival y deseaba que encontrara a una mujer más adecuada para él.
Manu pensaba lo mismo que Samuel, aun sin haberlo comentado nunca, que Carmen era demasiado mujer para él.
Quiso creer que se la merecía, que era capaz de hacerla feliz, que no era un entretenimiento pasajero para ella, que se convertiría en su gran y definitivo amor pero una vez más se equivocó aunque estaba dispuesto a no volver a hacerlo.
Al caer la noche salió de su casa y se sentó en un banco del parque donde se puso a rememorar los momentos mágicos que pasó con ella.
Así estuvo durante horas, hasta bien entrada la madrugada, entonces se encaminó hasta la playa más cercana donde se despojó de toda su ropa y sacó la foto de Carmen que siempre llevaba encima:La miró, la besó, la empapó con sus lágrimas, la dejó sobre la arena y se adentró en el mar.
Nadó hacia lo más profundo adentrándose en la oscuridad, nadó sin tregua pese al miedo que le daba el mar abierto.
Nadó hasta que se le quebraron las fuerzas y no pudo mover ni piernas ni brazos... Se ahogó pensando en ella, rememorando su rostro, su sonrisa.
Ella le devolvió las ganas de vivir, y el siempre pagaba sus deudas, así que le devolvió el favor dejándola libre y dándole el empujoncito que necesitaba para entregarse a alguien en cuerpo y alma.
La muerte de Manu consterno enormemente a Carmen y apenó en su justa medida a Samuel por lo que dejaron de practicar sexo durante una temporada para dedicarse a consolarse mutuamente y eso les unió aun más.
El destino había usado a Manu como la llave para abrir el corazón de Carmen, la herramienta para unirlos, para ser la pareja perfecta envidiada por todos y no iban a permitir que su sacrificio fuese en vano.
Él que sabía lo que era perder a un amor usó su traumática excrecencia personal para saber como tratarla y ella temerosa de que pudiera volver a ocurrirle lo mismo con Samuel le abrió su corazón, se dejó llevar hasta enamorarse sin reparos y se amaron con todo su ser tanto física como emocionalmente.
Carmen se quedó embarazada y dio a luz a un precioso niño de tez morena y ojos azules tan bonitos como los de su madre, un precioso bebé al que llamaron Manuel.
FIN
martes, 15 de octubre de 2013
De amor y de sexo ( capítulo 9 )
El cambio
Los días que siguieron al encuentro a tres bandas fueron duros, raros y desconcertantes para Manu.
No podía apartar de su mente la imagen de su amada llegando al clímax con los envites de un amante mucho más dotado que él pero también recordaba el disfrute que ese falo de obsidiana la había producido pese a no haber podido culminar con un orgasmo.
Cuando rememoraba la situación se sentía a veces avergonzado y otras veces excitado y con enormes ganas de repetir la experiencia.
A veces incluso se masturbaba usando un consolador ( de color negro naturalmente ) recordando ese momento y esta vez sí llegaba a eyacular a granel.
Últimamente no visitaba a su novia con tanta frecuencia pues pensaba más en la llegada del fin de semana para ver si podía repetir la experiencia e incluso llegó a visitar al africano con la excusa de recoger las gafas de sol que se dejó allí.
Obviamente la verdadera razón no era otra que volver a estar cerca de ese semental de ébano que le descubrió una forma diferente de sentir placer.
El negro le ofreció una copa que el blanco aceptó de buen agrado y comenzaron una charla informal sentados en el mismo sofá en el que días antes habían hecho de todo menos hablar.
Durante la charla el anfitrión se excusó y se levantó para ir al baño mientras tanto el invitado se excitó al oír como miccionaba ruidosamente pues se imaginaba a esa manguera endurecida descargando su chorro en el interior de su ano y éste se le humedeció.
Estuvo tentado de ir hasta el servicio y sujetársela mientras orinaba al tiempo que restregaba su pene, ya erecto, contra esos firmes cachetes de caoba.
Mas se quedó sentado en el sofá pues pensó que, ya que ninguno de los dos era gay, no tenía sentido intentar hacer nada sin la presencia de Carmen y además el seguía muy enamorado de ella: podía tener pensamientos lascivos y fantasías eróticas pero nunca le sería infiel de de hecho.
Carmen seguía con su rutina habitual con sus labores diarias, pensaba que su compañero la visitaba con menos frecuencia, y sus visitas eran muy cortas, porque estaba celoso de lo mucho que el negro la hizo gozar delante de él y no le faltaba razón pero lo que no podía imaginar era que estaba deseoso de repetir la experiencia.
No podía imaginar que la verga que inundó su cueva hizo lo propio con el ano de Manu y que ambos estaban deseosos de que llegase el fin de semana por idéntico motivo.
Continuará...
Los días que siguieron al encuentro a tres bandas fueron duros, raros y desconcertantes para Manu.
No podía apartar de su mente la imagen de su amada llegando al clímax con los envites de un amante mucho más dotado que él pero también recordaba el disfrute que ese falo de obsidiana la había producido pese a no haber podido culminar con un orgasmo.
Cuando rememoraba la situación se sentía a veces avergonzado y otras veces excitado y con enormes ganas de repetir la experiencia.
A veces incluso se masturbaba usando un consolador ( de color negro naturalmente ) recordando ese momento y esta vez sí llegaba a eyacular a granel.
Últimamente no visitaba a su novia con tanta frecuencia pues pensaba más en la llegada del fin de semana para ver si podía repetir la experiencia e incluso llegó a visitar al africano con la excusa de recoger las gafas de sol que se dejó allí.
Obviamente la verdadera razón no era otra que volver a estar cerca de ese semental de ébano que le descubrió una forma diferente de sentir placer.
El negro le ofreció una copa que el blanco aceptó de buen agrado y comenzaron una charla informal sentados en el mismo sofá en el que días antes habían hecho de todo menos hablar.
Durante la charla el anfitrión se excusó y se levantó para ir al baño mientras tanto el invitado se excitó al oír como miccionaba ruidosamente pues se imaginaba a esa manguera endurecida descargando su chorro en el interior de su ano y éste se le humedeció.
Estuvo tentado de ir hasta el servicio y sujetársela mientras orinaba al tiempo que restregaba su pene, ya erecto, contra esos firmes cachetes de caoba.
Mas se quedó sentado en el sofá pues pensó que, ya que ninguno de los dos era gay, no tenía sentido intentar hacer nada sin la presencia de Carmen y además el seguía muy enamorado de ella: podía tener pensamientos lascivos y fantasías eróticas pero nunca le sería infiel de de hecho.
Carmen seguía con su rutina habitual con sus labores diarias, pensaba que su compañero la visitaba con menos frecuencia, y sus visitas eran muy cortas, porque estaba celoso de lo mucho que el negro la hizo gozar delante de él y no le faltaba razón pero lo que no podía imaginar era que estaba deseoso de repetir la experiencia.
No podía imaginar que la verga que inundó su cueva hizo lo propio con el ano de Manu y que ambos estaban deseosos de que llegase el fin de semana por idéntico motivo.
Continuará...
De amor y de sexo ( Capítulo 12 )
El principio del fin
Las semanas fueron pasando convirtiéndose en meses, los meses pasaron y los amantes se fueron compenetrando cada vez más.
Los dos hombres seguían acatando como ordenes los deseos de la mujer, mantenían el firme propósito de complacerla en todo lo que pudieran.
Samuel había aceptado el tener que compartirla puesto que fue así desde el inicio e incluso le pareció una gran idea pues él tampoco quería volver a enamorarse, no quería dejar ningún resquicio al destino para hacerle daño de nuevo.
Pensaba que en esas condiciones no era posible que eso ocurriera y, naturalmente, se equivocó pues no se puede un vendaval ni detener una riada...
Era tan fácil enamorarse de ella con solo mirarla y tan difícil no hacerlo al acariciarla, besarla...
Samuel se sentía mal por quererla solo para él, por desear que el otro hombre, que además había llegado primero, se marchara y les dejara solos como pareja y no como trío.
Aunque lo que de verdad le hacía sentir mal era el hecho de no haber yacido nunca a solas con su amada sin injerencias, sin poder dedicar todas sus artes amatorias única y exclusivamente para ella.
Manuel, en cambio, seguía el proceso inverso pues empezó teniendo la suerte e ser el amante único y se vió obligado a hacer el esfuerzo de aceptar la dinámica de compartir a su amada e incluso llegó a desear ser empalado por el africano en un acto de empatía suprema.
Mas el morbo desaparece con éxtasis, el deseo se difumina con el clímax amatorio y la excitación termina en unos segundos tras el orgasmo.
Así pues, solo el amor puede perdurar, solo el amor puede permanecer inalterable antes, durante y después del fornicio pero el amor es una planta delicada de difícil germanización.
La semilla adecuada debe plantarse en el terreno idóneo para que nazca un brote y dicho brote ha de cuidarse para que crezca y aun creciendo debe regarse a diario con lisonjas, abonarse cada día con gestos de generosidad y solearse con sexo apasionado.
Si no se hace así, por mucho que haya crecido, la planta se marchita, se debilita y finalmente muere...
La planta negra había germinado lentamente y estaba en pleno desarrollo mientras que la planta blanca nació con fuerza, creció con rapidez pero comenzaba a ponerse mustia.
Continuará...
Los dos hombres seguían acatando como ordenes los deseos de la mujer, mantenían el firme propósito de complacerla en todo lo que pudieran.
Samuel había aceptado el tener que compartirla puesto que fue así desde el inicio e incluso le pareció una gran idea pues él tampoco quería volver a enamorarse, no quería dejar ningún resquicio al destino para hacerle daño de nuevo.
Pensaba que en esas condiciones no era posible que eso ocurriera y, naturalmente, se equivocó pues no se puede un vendaval ni detener una riada...
Era tan fácil enamorarse de ella con solo mirarla y tan difícil no hacerlo al acariciarla, besarla...
Samuel se sentía mal por quererla solo para él, por desear que el otro hombre, que además había llegado primero, se marchara y les dejara solos como pareja y no como trío.
Aunque lo que de verdad le hacía sentir mal era el hecho de no haber yacido nunca a solas con su amada sin injerencias, sin poder dedicar todas sus artes amatorias única y exclusivamente para ella.
Manuel, en cambio, seguía el proceso inverso pues empezó teniendo la suerte e ser el amante único y se vió obligado a hacer el esfuerzo de aceptar la dinámica de compartir a su amada e incluso llegó a desear ser empalado por el africano en un acto de empatía suprema.
Mas el morbo desaparece con éxtasis, el deseo se difumina con el clímax amatorio y la excitación termina en unos segundos tras el orgasmo.
Así pues, solo el amor puede perdurar, solo el amor puede permanecer inalterable antes, durante y después del fornicio pero el amor es una planta delicada de difícil germanización.
La semilla adecuada debe plantarse en el terreno idóneo para que nazca un brote y dicho brote ha de cuidarse para que crezca y aun creciendo debe regarse a diario con lisonjas, abonarse cada día con gestos de generosidad y solearse con sexo apasionado.
Si no se hace así, por mucho que haya crecido, la planta se marchita, se debilita y finalmente muere...
La planta negra había germinado lentamente y estaba en pleno desarrollo mientras que la planta blanca nació con fuerza, creció con rapidez pero comenzaba a ponerse mustia.
Continuará...
jueves, 10 de octubre de 2013
De amor y de sexo ( Capitulo 11 )
El negro
El negro se llamaba Samuel Kanou y era natural de Lagos, Nigeria.
Cuando era adolescente llegó a España a estudiar gracias a un beca de intercambio y en poco tiempo aprendió el idioma local, se familiarizó con las costumbres locales e incluso se enamoró de una lugareña.
Se quedó a vivir en su país de adopción para estar cerca de ella, buscó trabajo en la construcción, que compaginó con sus estudios universitarios de ingeniería, e hicieron planes para casarse y tener hijos a corto-medio plazo.
La relación con su novia era ideal, eran todo los felices que se puede llegar a ser viéndose los fines de semana cuando ambos estaban libres de obligaciones y llamándose a diario y por supuesto en el plano sexual ella estaba cantada con el buen hacer de su amado venido del continente negro.
Ella, que se llamaba María, solía dar envidia a sus amigos contándoles los bien que funcionaban en la cama, lo bien dotado que estaba y lo cariñoso y atento que era con ella dentro y fuera del lecho.
Cuando iban a la playa se llevaban las miradas de admiración y envidia de todo el mundo pues ella tampoco tenía mal cuerpo y tampoco estaba mal dotada.
De hecho era una morenaza espectacular de cuerpo escultural, curvas voluptuosas y una talla 110 de pecho.
Sí, definitivamente, eran una pareja de cine y digna de envidia, hasta que llegó aquel funesto día en que tras una rutinaria revisión ginecológica nadie les envidió.
El médico había encontrado una anomalía en su útero: Un tumor cancerígeno que, tras años de dura lucha,finalmente no pudo superar.
La muerte de María dejó sumió a Samuel en una depresión que le duró años, dejó los estudios y seguía yendo a trabajar por inercia, como un autómata no hablaba con nadie y nadie le hablaba a él respetando su dolor.
Solo empezó a superarla al conocer a Carmen pues era tan vibrante, tan llena de vida que le contagió su ilusión y sus ganas de disfrutar de la vida.
Su físico no tenía nada que ver con el de su añorado amor pero también era muy sensual y deseable y poco a poco se fue enamorando de ella.
Por su influencia dejó de ser un amargado y volvió a tener ganas de divertirse por belleza quiso volver a ser el hombre que fue, por su atractivo recuperó su apetito sexual.
Mas había un problema pues Carmen había iniciado una relación, más o menos estable, con un hombre poco antes de que él pudiera hablarle de sus sentimientos, de que le parecía genial tener relaciones sexuales con ella pero quería algo más serio y no quería inmiscuirse en esa recién nacida relación.
Cuando ella le habló de hacer un trío pensó que aun no estaba todo perdido y aunque no le agradaba la idea de compartirla era mucho peor el pensar en perderla así que aceptó la propuesta.
Continuará...
miércoles, 9 de octubre de 2013
De amor y de sexo ( capítulo 8 )
El trío
La extraña pareja llegaron a casa del tercer hombre a la hora señalada y ya subían en el ascensor cogidos de la mano.
Ella estaba inquieta por la expectación y el morbo que sentía, él inquieto por el miedo que tenía a no poder hacerlo.
Una vez en su destino les abrió la puerta un joven de raza negra de unos treinta y tantos años musculado con unos pectorales que parecían sacados del peto de una armadura de la legión romana y con abdominales que eran una auténtica tableta de chocolate de tamaño gigante y no era lo único de gran tamaño que calzaba pues solo le cubría una pequeña toalla que abultaba bastante más de lo habitual.
Tras unas someras presentaciones, y la pertinente invitación a una copa declinada por ambos, ella se desnudó por completo y se arrodilló delante del negro desprovisto ya de su toalla que de todas formas ya no podía cubrir tanta carne.
Carmen beso su glande y lo lamió como si se tratase de la bola de helado de un enorme cucurucho de café y comenzó a introducirla en su boca poco a poco, introduciéndose un centímetro más con cada succión.
Parecía físicamente imposible devorar todo ese falo pero ella parecía estar más que dispuesta a intentarlo mientras Manu la miraba con una mezcla de dolor y morbo, tristeza y excitación.
Ya estaba desnudo pero no sabía que hacer en este tipo de situación totalmente nueva para él: ¿ Debía ponerse junto al otro para recibir también sus caricias orales a pesar de que la odiosa comparación de tamaños le parecía ofensiva ?
Afortunadamente para él no tuvo que decidir nada pues su " novia " lo hizo por él: mirándole pero hablándole al otro dijo con cierta sorna :
- " desvírgalo, rómpele el culo que lo está deseando "
A Manu no le agradaba la idea de ser empalado por esa lanza tan descomunal pues supondría que le dolería mucho y así fue, a pesar de la gran cantidad de lubricante que se puso vio las estrellas.
Ella se había sentado en el sofá abierta de piernas y él a cuatro patas sobre la alfombra le practicaba sexo oral mientras el otro le penetraba cada vez más adentro.
Ella jadeaba excitada doblemente por la acción de la lengua de Manu y por la visión de ese negro vigoroso sodomizando a su compañero y él había dejado de sentir dolor.
Ahora solo sentía placer, mucho placer... Nunca había experimentado algo así y estaba a punto de tener un orgasmo, su primer orgasmo anal pero entonces el negro semental dejó de penetrarle y se fue hacia el sofá donde Carmen le esperaba con los brazos, y todo lo demás, abiertos y comenzó a copular con ella.
Ella sintió dolor los primeros instantes de la embestida, goce los siguientes éxtasis febril durante los intensos minutos en que esa gran verga se deslizaba en su interior hasta que escupió su esperma caliente con tanta fuerza que de no haber llevado puesto un condón le habría inundado el útero.
Carmen dolorida y agotada de tanto placer se abrazaba y besaba con su oscuro guerrero olvidándose por completo de su acompañante el cual seguía en la alfombra con el ojete al rojo vivo y sin haber podido desahogar su calentura mas no le importaba pues su amada si que había disfrutado, sí que había tenido un orgasmo pleno y eso era lo que más valoraba pues el bienestar de su amada era su máxima prioridad.
Continuará...
De amor y de sexo ( Capítulo 10 )
El Reencuentro
El fin de semana llegó y volvió a reunirse el trío de café con leche y nata, el trió capuccino se disponía a actuar de nuevo desnudos de pie en un abrazo de conjunto intercambiando besos y caricias, totalmente erectos ellos y toda húmeda ella.
Los dos hombres se desvivían por complacer a Carmen pero no era una competición entre machos sino deseos de complacer a la maestra de ceremonias de ese cabaret, a la jefa de pista de ese circo de pasión.
Manu esperaba que, de nuevo, le dijese al negro que le taladrase pero no fue así esta vez pues a ella no le gustaba repetir las mismas cosas, necesitaba cambiar, experimentar.
Y esta vez quiso hacer un sándwich... a cuatro patas sobre la alfombra el guerrero africano invadía su vagina mientras su pareja hacia lo propio con su boca pues la verga del segundo era mejor para tal menester por su menor envergadura.
Los dos hombres se movían casi con sincronía aumentando el ritmo de sus movimientos de pelvis.
Manu gozaba tanto con el tacto de esa boca tan dulce sobre su miembro con el roce de sus labios de fresa y calidez de su saliva empapando su glande como con la visión del poderoso negro en acción.
El negro ni siquiera le miraba concentrado como estaba en los cachetes prietos de ella, en como se estiraban y contraían sus labios vaginales al ritmo que dictaba su bastón de mando.
Carmen gemía con fuerza enardecida por las endorfinas que su clítoris estimulaba en su cerebro, excitada por el sabor que el otro miembro dejaba en sus papilas gustativas.
Manu gritaba al eyacular en la boca de su amada, el negro explotaba lanzando su esperma hacia el útero de la joven mientras ella llegaba al orgasmo aullando a pesar de tener la boca llena del semen de el hombre blanco.
Los tres amantes se abrazaban agotados y sudorosos dejándose caer sobre la alfombra, esta vez Carmen les besaba y abrazaba a ambos pues ya había hecho lo necesario para no enamorarse de su pareja oficial.
Ahora tenia dos amantes a un tiempo y sentía lo mismo por ambos.. Respeto, afecto, deseo pero no amor.
Esta vez Manu había podido desahogarse y su fantasía homosexual se había esfumado por completo con la suavidad bucal de Carmen, ya no deseaba ver vulnerada su integridad anal y tampoco estaba satisfecho de que su amada hubiera vuelto a gozar hasta la extenuación.
El goce de Carmen, aun siendo muy importante para Manu, ya no era lo único que le preocupaba pues algo en su interior había cambiado.
Continuara...
martes, 8 de octubre de 2013
De amor y de sexo ( capítulo 7 )
La proposición
Manu estaba más cada vez más contento, más confiado en su valía y en su potencial como persona como hombre y como amante a pesar de que llevaba gran parte de su vida odiándose a sí mismo por no ser otra clase de hombre más al gusto de las mujeres de hoy en día.
Pensaba que quizás en la primera mitad de su vida la había tocado bailar con la más fea, pasarlo mal con frecuencia para ahora, por alguna ley de compensación cósmica, empezar a disfrutar de las cosas buenas de la vida, por fin.
Quizás le tocó ser muy infeliz en el pasado para ahora llevarse toda la felicidad de golpe, para saber el verdadero significado de lo que significa la palabra felicidad.
Algunas noches se despertaba cubierto de sudor, asustado y con la garganta seca tras tener una pesadilla en la que soñaba que nada de lo ocurrido en las últimas fechas era real, que todo había sido un sueño y Carmen solo existía en su mente.
Era lógico, pensaba, que a su subconsciente le costara encajar que ahora su cerebro tuviese tantas endorfinas que manejar, además de que aún no se creía del todo haber tenido tanta suerte en el amor por primera y única vez en su vida.
Cuando esto le ocurría se levantaba a beber un vaso de agua y se quedaba durante un largo rato mirando la foto de su amada hasta que el miedo desaparecía por completo y la dicha volvía a anidar en su pecho pues ya no le importaba sufrir en un sueño porque en su vida real era feliz, justo lo contrario de lo que le había ocurrido desde años atrás, desde que su única relación estable se fue al garete.
Carmen también tenía algún que otro mal despertar por mor de su subconsciente aunque en su caso los miedos eran de naturaleza bien distinta: Soñaba que se enamoraba de Manu que sus caricias, sus mimos, su pasión y devoción le hacían sucumbir a lo que más temía en el mundo... Perder su libre albedrío aunque fuese en parte.
Ella sabía que amar es entregar una parte de ti mismo a otra persona, es renunciar al yo para pensar en el nosotros, amar es adictivo y crea dependencia emocional y física.
Enamorarse, en esta etapa de su vida, solo sería una rémora para sus planes de futuro volviendo del revés su planificado presente y solo se le ocurría una cosa para poner freno a esa posibilidad sin renunciar a la compañía de su recién estrenado compañero de cama: No volver a yacer solo con él.
Sabía que la idea no le haría demasiada gracia a él pero tendría que aceptarlo o renunciar a ella y aunque no era su intención hacerle daño a ese hombre que tanto amor le daba tenía que pensar en sí misma, no era egoísmo ni crueldad sino mera supervivencia.
Manu no se tomó la propuesta con demasiado entusiasmo, la idea de otro hombre tocándola, besándola, penetrándola le ponía enfermo, le volvía loco de celos pero ¿ Qué podía hacer salvo decir que sí ?
La amaba tanto y le estaba tan agradecido por haberle devuelto las ganas de vivir, por esas semanas de cuento de hadas... Y sobre todo no quería perderla así que por muy doloroso que fuera compartirla aceptó la proposición.
Tener una parte de ella era mejor que no tener nada, una parte de ella seguía siendo muchísimo más valiosas que la totalidad de cualquier otra persona para él.
Continuará...
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