lunes, 30 de septiembre de 2013

De Amor y de sexo ( capítulo 6 )

                                                
                                          La confirmación





     La noche fue bien como era de esperar, tras la tempestad de la pista de baile llegó la calma en forma de cena romántica y al terminar fueron a casa de él como fin de fiesta.
  Manu como buen anfitrión estaba  deseoso de colmar de atenciones a su compañera por lo que le pidió que, tras desnudarse ambos, se tumbara bocabajo en la cama entonces se subió sobre ella apoyando levemente sus testículos en su ano y mientras acariciaba su blanquecina espalda besaba y lamía su cuello.
  La besó con la boca entreabierta dejando asomar la lengua una y otra vez por su nuca, sus hombros, su espalda acariciándolos con su lengua y sus labios de abajo a arriba, de derecha a izquierda con suavidad, recreándose en las zonas más erógenas hasta llegar a su bonito culo.
  Hizo resbalar la lengua por la hendidura que separa sus nalgas, la introdujo en su ano y en su vagina, lamió y mordisqueo sus cachas, sus muslos, sus pantorrillas y devoró sus pies introduciendo en la boca los dedos uno por uno.

        Carmen gemía experimentando a la vez relajación y excitación cuando él le pidió que diese la vuelta, entonces la besó, mordió su boca con tanta pasión como dulzura,
  Recorrió todo su cuerpo rozándola con la yema de los dedos desde el cuello hasta los pies varias veces y con cada acción el sexo de la joven estaba más empapado, el flujo resbalaba entre sus muslos.
  Él hizo el mismo recorrido con la lengua, esta vez comenzando por los pequeños dedos de sus pies, subiendo hasta sus muslos hasta quedarse mordisqueando los labios exteriores de su vagina antes de seguir lamiendo su ombligo y subir hasta sus pechos, los cuales recorrió con su lengua muy despacio formando círculos concéntricos de mayor a menor diámetro hasta recrearse chupando sus pezones mientras volvía a acariciar su sexo.

  - Me estás matando, Manu. Penétrame ya, por amor de dios !!  Exclamó con voz queda
  - Aún no, amor mio. primero he de beberme tu jugo.

  Le respondió el hombre y acto seguido procedió a lamer su clítoris a la vez que introducía un par de dedos en su agujero genital para aumentar el goce e incrementar el orgasmo que se acercaba inexorablemente.
  Ella gritaba y apretaba sus muslos contra la cara de él mientras agarraba con fuerza su cabello cuando se desbordó  empapando la boca y la mejilla del hombre, el cual bebió el elixir  que brotaba de esa fuente inagotable de deseo y lujuria y antes de que ella bajara las piernas, que seguían apretadas contra su cara, le dijo:

  - Ahora sí, cariño. Ahora sí.

     Separó sus muslos con toda la delicadeza que le permitía su alto grado excitación y la penetró, por fin.
  Los jadeos de ambos iban " in crescendo " en concordancia con los movimientos pélvicos de él que estaba deseoso por soltar su cremosa carga mas quería darle a su amante el tiempo suficiente para poder acompañarle en su clímax.
  Para lograr tal  fin le pidió que cambiase de postura, ella lo hizo y aunque fueron solo unos segundos los que su cueva estuvo vacía se le hicieron eternos.
  Se posicionó apoyándose en manos y rodillas y gritó de placer al sentir de nuevo el ardiente falo en su interior, ahora gozaba aun más pues él se movía con más frenesí hasta que eyaculó soltando un aullido de placer junto a su fluido seminal y ella le siguió unos segundos más tarde con un nuevo y más intenso orgasmo.


                                                               Continuará... 



     

jueves, 26 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 5 )

                                                             
                                                La resaca




     Manu se sentía como el protagonista de aquella famosa película de los años 90, se sentía el rey del mundo. Antes de conocerla a ella pensaba que había tocado fondo y ahora creía caminar sobre una nube y aunque sabía que antes o después tendría que volver a pisar sobre tierra firme pretendía posponerlo el mayor tiempo posible.
  No tenía empleo estable así que trataba de ganarse la vida como podía: Haciendo recados, sacando a perros a pasear, repartiendo publicidad e incluso escribiendo cosas por encargo pues siempre se le dieron mejor los textos que las conversaciones.
  No pasaba demasiados apuros económicos para vivir, pues contaba con la ayuda familiar, pero le entristecía y enojaba al tiempo no poder permitirse el tener un detalle con su amada.
   Un detalle de esos que suelen gustar tanto a las mujeres como regalarle un ramo de rosas sin tener que esperar a que fuese una fecha especial, simplemente para verla sonreír, ver ese brillo de ilusión en sus ojos que tanto le gustaba.
  Mas ahora no pensaba en eso pues en su cabeza solo había lugar para la dicha tras haber pasado la mejor noche de su vida, las endorfinas casi no le cabían en el cerebro.
  Era feliz por primera vez en mucho tiempo quizás por primera vez en su vida pues acababa de hacer el amor con una chica a la que no solo admiraba como mujer sino que admiraba como persona y eso era algo que nunca la había pasado.

     Carmen, por su parte, se sentía bien pero nada más pues el hecho de gustar tanto a alguien, de sentirse tan deseada y admirada no le sienta mal al ego de nadie.
 Manu no era el único hombre que la deseaba, ni mucho menos, pero veía tanto amor en sus ojos cuando la miraba que se sentía sumamente halagada y, aunque no estaba enamorada de él, le quería por ello pues sus atenciones y sus inseguridades desertaban su ternura y su cariño.
  Ella era una mujer de su tiempo y le gustaban las cosas que le gustan a las chicas de su edad, se sentía igual de bien en compañía de hombres y de mujeres, de jóvenes y viejos pues tenía un don de gentes excepcional.
  Él era un anacronismo viviente que conectaba más y mejor con niños que con adultos, se sentía más cómodo con mujeres que con hombres, con jóvenes que con personas de su edad y era de los pocos que aun creían que el honor y la lealtad eran la base de toda relación.
  Eran tan diferentes que algunos dirían que no tenían nada en común y por lo tanto no podían entenderse, eran tan diferentes que otros dirían que estaban hechos el uno para el otro pues se complementaban, que por separado eran valiosos pero juntos no tenían precio.

     Esa noche habían vuelto a quedar pero sin formalismos, darían una vuelta para tomar el aire y charlar y después irían a una disco a bailar un poco que era algo que a ella se le daba muy bien y a él no tanto.
  Ya estaban, de hecho, moviendo la cintura al ritmo que dictaba la música y ella se movía como un cisne, él como un pato mareado, ella parecía brillar con luz propia atrayendo todas las miradas del personal que les rodeaba, él trataba de no estorbar demasiado.
  No paraban de bailar, beber y reír, ella disfrutando del momento como hacía siempre, él pensando en lo que vendría después y no veía la hora de recogerse para volver a tenerla entre sus brazos, para volver a saborear sus efluvios.



                                                              Continuará...

  

lunes, 16 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 4 )

                                              El sexo




     El apartamento de Carmen era pequeño, coqueto, amueblado lo justo para ser espacioso y funcional, sin demasiados adornos, minimalista y acogedor.
  Ella le invitó a acomodarse en el sofá con un gesto de la mano y él obedeció encantado:

     -   ¿ Quieres tomar algo Manu ? -
     -   No sé, lo que vayas a tomar tú, guapa. -
     - Yo me tomaré una Coca, ¿ Quieres otra ? -
     - Pensaba que decías algo para beber no para esnifar, jejeje. No, mejor una cerveza, si tienes, que la cafeína no me sienta muy bien. -
     - Toma, está fría. Voy a ponerme algo más cómodo, vuelvo en seguida. -
     - Vale, Como te pongas algo mas corto me va a dar un telele jejeje. - 

  Dijo Manu mientras la contemplaba con admiración encaminarse hacia el dormitorio, casi se había terminado la bebida cuando ella reapareció y lo que dijo en tono humorístico casi se cumple... Casi le dio algo cuando la vio aparecer, casi se le para el corazón al verla caminar hacia él con menos ropa, con ninguna ropa de hecho.
  Ahora sí que creía estar viendo a la Venus del cuadro rediviva con su áurea melena posándose delicadamente sobre sus bellos hombros, algunos mechones encrespados parecían acariciar sus pequeños pechos blanquecinos de pezones sonrosados los cuales no eran ni demasiado grandes ni demasiado pequeños, para Manu eran perfectos y su pubis sin depilar mostraba un tapiz rizado no tan claro como su cabello en sensual contraste con su tez de blanco satén.

     Carmen se encaramó al sofá, se agarró a la nuca de Manu con ambas manos y se sentó con las piernas abiertas sobre su regazo apoyando su vagina sobre el paquete, cada vez más abultado de él.
  Manu la besó, por fin, como llevaba soñando hacerlo desde que la conoció aunque no era en un momento así como lo imaginaba. Sus labios se apretaban cada vez con más fuerza, con más pasión, sus lenguas se entrelazaban mientras ella se movía despacio de delante hacia atrás rozando su clítoris con la entrepierna de él.
  Manu le chupó el lóbulo de la oreja detenidamente, paseó la lengua por su delicado cuello mientras acariciaba sus pechos, los apretaba y pellizcaba sus pezones con la fuerza justa para dar placer sin hacer daño.
  Ella gemía con intensidad al sentir placer en su cuello, sus pezones y su clítoris al unísono y por ello su boca se estaba quedando seca mientras que su vagina se humedecía cada vez más así que volvió a buscar la boca de él pues en ese momento necesitaba su lengua y su saliva más que respirar y tras unos minutos, en que sus bocas parecieron fundirse, le tocó a ella recorrer el torso del hombre con su lengua.
 Se bajó del sofá y tras recorrer el pecho de él, lamer sus pezones y dejar resbalar la lengua hacia su vientre, le abrió la bragueta y le despojo de sus pantalones y ropa interior.

     Ante sus labios estaba el pene erecto, palpitante con gotas de esperma coronando su glande pero antes de proceder a la felación alzó la vista pues quería ver la expresión de la cara de su partener, los ojos desorbitados por el deseo de él la excitaron aun más y lamió el glande primero con la punta de la lengua y luego con toda ella.
  Recorrió toda la verga y chupeteó sus testículos afeitados antes de meterla en su boca y succionar de arriba abajo como si se tratase de un helado caliente en vez de frío, que no disminuía a cada succión sino que aumentaba su grosor hasta que los jadeos de Manu empezaron a convertirse en quejidos de placer.
  Entonces recorrió la verga con su boca una última vez, se encaramó de nuevo sobre él introduciéndose el pene en su humedecida vagina en su totalidad y se movió rítmicamente cada vez más deprisa, cada vez más excitada con el roce de la parte interna de su clítoris con las suave textura del glande del hombre.
  Ambos jadeaban, gemían y aullaban hasta que un estallido de esperma caliente la inundó hasta el útero segundos antes de que ella también explotara en un orgasmo incontenible
  Terminado el acto se abrazaron con todo el cuerpo cubierto del sudor de ambos, se abrazaron esta vez con más ternura que deseo.



                                                                    Continuará...
  


     


domingo, 15 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 3 )

                                                                 
                                                                         La Cita



 Un domingo caluroso como pocos el teléfono de Manu sonó y por la melodía personalizada supo que era ella, casi de deja los piños contra la mesita de noche al ir presto a cogerlo.
 Su mano temblaba al coger el móvil, su voz temblaba al responder pero lo importante es que era ella y quería verle, naturalmente la respuesta de Manu fue afirmativa.

     Carmen era una joven veinteañera, muy madura para su edad, que una vez en su pasado pues salió con la persona equivocada y no le fue bien, mas el daño que sufrió no solo le sirvió para aprender, para ser más precavida sino que le hizo ser más selectiva y fijarse más en el interior de la persona.
  Ya no se dejaba embaucar por un físico de cine, una actitud triunfadora o una ostentación de recursos económicos sino que ahora le atraían más otras cosas como el romanticismo, los pequeños detalles como recordar siempre su cumpleaños, estar siempre dispuesto a darle una palabra de aliento, pensar antes en ella que en si mismo, etc.
  Aún así, estaba dispuesta a ver a Manu  fuera del trabajo, a intimar con él e incluso a tener algo de sexo pero no a hipotecar su futuro que se le antojaba fructífero y exitoso, ella era un espíritu libre y quería seguir siéndolo.

     El gran día para Manu llegó por fin, había estado horas pensando que ponerse pues ninguna camisa le parecía lo bastante buena, ningún pantalón lo bastante elegante, todo le parecía poco para lucirlo con ella y finalmente optó por una camisa gris y unos vaqueros, lo que tenía menos visto en su armario.
   Carmen no tuvo tantos problemas a la hora de elegir vestimenta sabedora de que cualquier cosa le sentaba bien, pues estaría sexy hasta con un mono de mecánico, así que eligió sin pensarlo mucho una minifalda negra estampada con algo de vuelo y una blusa muy escotada. 
  Y allí estaban en el punto de encuentro a la hora acordada: Ella sonriente y radiante como siempre, él ilusionado y nervioso como nunca.
   Pasearon, hablaron, se rieron, se sentaron en un banco del parque rodeados de naturaleza, pasearon por las calles del centro de la ciudad rodeados de humanidad pero para él es como si estuvieran solos pues solo la veía a ella, solo la escuchaba a ella, el resto del mundo estaba de adorno.
  Hablaron de temas mundanos y de temas profundos, hablaron del pasado, comentaron sobre el futuro pero sobre todo disfrutaron del presente... Estaba siendo una gran velada pero todo lo que empieza tiene que acabar.

     Mientras la acompañaba a casa Manu pensaba, con cierto desazón, en como debía despedirse de ella... ¿ Besándola en la mejilla, dándole un abrazo, besándola la mano en plan caballero de otra época ? ¿ O Quizás debía hacer lo que más le apetecía en realidad y besarla en la boca apasionadamente ?
  Carmen, por su parte, no tenía ninguna preocupación ni ninguna duda pues sabía bien lo que quería y lo que debía hacer, sabía que era la dueña de la situación que ese juego se jugaría según sus reglas y antes que el atribulado Manu se hubiera decidido sobre cual era la despedida más adecuada ella le invitó a subir a casa y, como no podía ser de otra manera, Manu aceptó la invitación.
  Pensó que solo tomarían la última copa ( la primera en realidad puesto que no habían bebido nada ) que seguirían charlando un poco más, oirían algo de música y se marcharía pues era demasiado modesto para pensar que la bella Carmen podía querer tener sexo con su humilde persona y, como era tan habitual en él, se volvió a equivocar.



                                                                       continuará...




     

jueves, 12 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 2 )

                                                Manu


 
   
    Manu era un tipo de los que se podían denominar del montón pues no era guapo ni tampoco feo, no estaba gordo ni tampoco era delgado.
  Era alto y corpulento de pelo moreno y rizado con un aspecto de lo más corriente aunque no era un tipo del todo corriente pues no solían gustarle las mismas cosas que la mayoría de los hombres.

  Estaba lleno de contrastes: Era un soñador con tendencia a ilusionarse a la vez que un pesimista redomado que lo veía todo negro, podía ser tan amable y sonriente como borde y antipático, era unas veces sosegado y tranquilo mientras que otras se mostraba nervioso y cualquier cosa le alteraba pero siempre era honesto, siempre fiel, siempre estaba dispuesto a todo por complacer a la mujer amada y nunca estaba dispuesto a nada para complacerse a sí mismo.  Eran esos contrastes, esa riqueza de espíritu lo que  hacía que para algunas mujeres fuera encantador mientras que para otras era insufrible.

     Una tarde de verano el destino quiso que entrase en el establecimiento donde Carmen trabajaba y la primera vez que la vio  la primera vez que sus ojos se encontraron quedó grabado a fuego en su retina en su mente y en su corazón para siempre.
  Él comenzó a frecuentar el local con cierta frecuencia para poder verla buscando cualquier excusa para hablar con ella tratando de vencer su timidez natural hasta que incluso se atrevió a pedirle una cita.
  Su negativa no le sorprendió, de hecho no esperaba otra respuesta, pues ¿ A que diosa le apetece caminar por la tierra con un mortal ? ¿ Que diosa está dispuesta a dejar que otros dioses la vean de la mano de un mero humano ? Y eso es lo que era para Manu, una auténtica diosa.
  Cuando la  miraba evocaba uno de sus cuadros favoritos: " El nacimiento de Venus " de Botticelli mas, a pesar de eso, siguió visitándola casi a diario con cada vez menos esperanzas de que pudiera surgir algo entre ambos pero no podía renunciar a estar cerca de ella.

     Era un hombre de mediana edad con cierta algo de experiencia en amores y bastante en desamores y pensó que podría controlar sus emociones.Pensó que podría contener un vendaval que podría frenar una avalancha , de detener un huracán y, naturalmente, se equivocó.
  Cada vez que la veía sonreír  cada vez que olía su perfume que oía su voz, cada vez que se perdía en sus ojos una parte de su corazón le era arrebatado, una parte de su alma dejaba de pertenecerle.
  Pese a sus vanos esfuerzos por impedirlo se había enamorado perdidamente de ella pues para alguien como él era imposible mirarla sin admirarla, admirarla sin amarla... El amor, como todo lo realmente importante de esta vida, es sufrido y duele mucho al comenzar como en un parto.

     Manu se sentía feliz al estar en su presencia pero a veces era sumamente desdichado pues se sentía afortunado por poder mirarla, afortunado de poder escucharla mas desgraciado de no poder tocarla ni besarla. No verla era un sufrimiento pero, a veces, verla le hacía sufrir aun más.
  Quería reir por tener la dicha de ser su amigo y quería llorar por tener la desdicha de no ser su amado, creía no tener ninguna posibilidad de ser correspondido aunque fuese en parte pero de nuevo se equivocó.



                                                                continuará....
  

martes, 10 de septiembre de 2013

De amor y de sexo ( capítulo 1 )

                                                   
                                                                       Carmen





   Carmen era una auténtica belleza natural de rizos dorados con ojos del mismo azul que el cielo en primavera, de labios rosados que, junto a unos dientes de color blanco radiante, formaban una sonrisa perfecta, arrebatadora e irresistible.

  Su cuerpo era esbelto de preciosa piel rosada moteada de pecas y lunares con piernas de bailarina que generosamente lucía con minifaldas y shorts que dejaban poco lugar a la imaginación además las transparencias y los escotes de vértigo que solía mostrar la hacían ser una de las mujeres más deseables que cualquiera podía imaginar.

  Aunque tanta beldad también podía ser un arma de doble filo pues estaba rodeada de admiradores, de depredadores sexuales que buscaban yacer con una exquisita criatura como era ella mas todos se quedaban en el físico y no veían más allá.
  No veían la gran persona que era, lo inteligente, lo dulce, lo generosa que era la hacían más valiosa aún mas no para todo los hombres, no para la mayoría que solo esperaban saciar sus apetitos carnales.

     Trabajaba en un locutorio pero era solo un medio transitorio de ganarse la vida mientras continuaba con sus estudios de arte dramático y artes escénicas y esperaba al término de estos poder dedicarse a su gran pasión: Ser artista.
  Esperaba poder ser bailarina y actriz pero no le haría ascos a trabajar en labores de producción, cualquier cosa con tal de estar metida en ese mundillo que tanto la apasionaba desde que era una cría y a sus 25 años por fin veía posible alcanzar su sueño.

     Con objeto de lograr sus fines nunca se permitió el lujo de tener  pareja estable pues eso le restaría independencia, la distraería de sus obligaciones, esperaba encontrar el amor algún día pero no ahora.
  Ahora no era un buen momento para enamorarse ya tendría tiempo para ello mas el tiempo en el que suceden las cosas no depende de uno.
  Las cosas pasan cuando tienen que pasar y a veces pasan en el momento más inoportuno como la bella Carmen estaba apunto de vivir en sus propias carnes.




                                                               Continuará...

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El taxidermista enamorado

   


 No era tarde aún para salvar su matrimonio, sólo tenía que esforzarse por arreglar las cosas lo antes posible, tenía que hallar la forma de mantenerla a su lado y hacerlo ya.
  No tenía muy claro en que momento empezaron a torcerse las cosas, en que preciso instante todo comenzó a venirse abajo... Quizás fue cuando se marchó al extranjero a trabajar ya que no encontraba ningún empleo de taxidermista en su ciudad ni siquiera en su país.
  Buscó otro tipo de trabajo pero no estaba preparado para hacer ninguna otra cosa, era la profesión de su padre y del padre de su padre, era el negocio familiar y no sabía ni quería  nada más.
  Los meses que pasó fuera supusieron un cierto distanciamiento pues,  digan lo que digan los literatos y creadores de canciones, la distancia sí es el olvido, si el roce hace el cariño la falta de él lo deshace. Ella no le acompañó pues tenía sus propios objetivos laborales que cumplir: Era enfermera y estaba dedicada en cuerpo y alma a sus pacientes, todos la querían y ella les quería a todos aunque a unos más que a otros.

     En la habitación 223 había un paciente muy especial para ella, era joven y apuesto además de simpático y buen conversador. Se había roto la pierna izquierda por varios sitios en un accidente de moto. No estuvo mucho tiempo ingresado mas sí el suficiente para sentirse atraída por él e intercambiar sus números de teléfono y cuando su marido le comentó lo frustrado que se sentía por no poder realizar su  labor vocacional vio el cielo abierto.
   Vio una oportunidad de quedarse sola un tiempo para poder conocer a ese apuesto joven motorista pues hacía tiempo que su vida se había vuelto rutinaria.
  No se casó enamorada pero sí ilusionada, esperaba que con el tiempo ese afecto que sentía  hacia su novio de toca la vida se volviera amor.
  Amor de verdad, amor con mayúsculas de ese del que hablan en las películas y en las novelas, de ese del que nada te importa con tal de estar al lado de esa persona que te hace sentir tan especial.
  Mas no fue así, fue a peor su marido la trataba bien y se desvivía por ella pero no la llenaba intelectual ni románticamente y en la cama tampoco la dejaba plenamente satisfecha.
  No era que no fuera un buen amante, considerado y esforzado, que sí lo era sino que no despertaba su libido y tampoco ayudaba mucho ese olor a formol, a animales muertos que siempre le acompañaba.

     Mientras estuvo fuera, en Sudamérica ejerciendo su labor, ella se entregó en cuerpo y alma a su nuevo amante y este si que la llenaba en todos los sentidos: Le hacía reír con sus bromas, le miraba ensimismada cuando le relataba las historias de sus viajes y aventuras y sobre todo le proporcionaba orgasmos como nadie lo hizo antes.
  Su esposo sin embargo lo paso mal, no hubo un solo día que no llorara su ausencia, no hubo un solo día que no deseara llamarla, pues necesitaba oír su voz, mas la diferencia horaria se lo impedía y en cuanto a sus necesidades físicas las satisfacía manualmente y en ocasiones con alguno de los cadáveres con los que trabajaba. 
  No había suficiente trabajo para disecar animales así que también colaboraba con una empresa de pompas fúnebres.

     El tiempo de su separación  pasó por fin para él, por desgracia para ella y llegó la hora de volver a estar juntos y él cogió un vuelo anterior al que le había dicho para darle una sorpresa.
  Quería aparecer por casa de improviso `para ver como se dibujaba en su cara una sonrisa de felicidad al tenerle de nuevo junto a ella pero la sorpresa se la llevó él y ninguna sonrisa apareció en su rostro, solo una mueca de ira le desencajó el semblante.
  Aunque ella también se quedó sorprendida cuando entró en el dormitorio conyugal y la encontró abierta de piernas con ese hombre de piel morena penetrándola sin ningún miramiento,  pero no era felicidad lo que veía en su semblante.
  Se había quedado muda de la impresión, a pesar de que unos segundos antes no paraba de jadear y gemir con gran estrépito, lo cual le vino bien al marido ya que ella no pudo ni gritar cuando   la sangre de su amante le cubrió los pechos y la cara.
  No pudo gritar cuando después de atravesar la nuca del motorista, con una de las herramientas que usaba en su trabajo, le aferró la garganta con ambas manos y apretó hasta que la vida de su amada expiró.

     Ahora entendía porqué le animaba tanto a marcharse para sentirse realizado, porqué todas las veces que hablando por teléfono o a través de la red le decía que aguantase hasta cumplir su contrato... no lo hacía por él ni por su matrimonio, lo hacía para poder estar con su amante.
  Pero a pesar de todo la seguía amando y no iba a dejar que nada les separase, se desharía del cuerpo del intruso pero a ella la prepararía, realizaría su mejor trabajo con ella, la pondría más bella que nunca y nunca envejecería, siempre estaría a su lado.
  Definitivamente, aún estaba a tiempo para salvar su matrimonio.





                                                                              FIN