miércoles, 31 de julio de 2013

La pequeña huérfana ( 1ª Parte )

                                                           Henry



     Henry Backman era un hombre sencillo de gustos sencillos: Le gustaban las hamburguesas con queso y una buena loncha de bacon, dar de comer a las palomas en Central Park mientras se sienta en un banco a leer el periódico y mirar como juegan los niños, especialmente como juegan las niñas y mueven sus cuerpecitos de esa forma tan erótica para él.
  Cada mañana, antes de ocupar su puesto de trabajo en la oficina de correos , sita entre la 8ª y Maine, se da un paseo por las inmediaciones de algun colegio cercano de educación primaria. 
  Esas faldas tan cortas, esas blusas tan blancas, que se transparentan con tanta facilidad, hacen que Henry se estremezca y se excite sobremanera.

     A sus 56 años Henry nunca ha estado con una mujer en la cama, le parecen demasiado impuras, demasiado sucias no le gusta pensar que otros hombres las ha tocado, que otros labios las han besado, que otros penes las han penetrado.
  Es un hombre apocado, tímido, que no suele hablar con nadie más de lo imprescindible, su tiempo libre lo dedica a escuchar discos de Frank Sinatra o Billie Hollyday, hacer solitarios, coleccionar latas de cerveza... pero cuando tiene suerte la mujer que vive en el edificio frente al suyo olvida cerrar las cortinas de la ventana del baño antes de meter a su niña de 7 años en la bañera.   Ahí es cuando Henry puede disfrutar de verdad de su tiempo libre, usando sus prismáticos puede deleitarse la vista y masturbarse sin temor a ser descubierto.
  Mas hace tiempo que eso no ocurre y el verano en Nueva York puede ser asfixiante por lo que está más inquieto y nervioso que de costumbre así que no puede dormir y decide salir a caminar.

     Son las 2:15 horas de un día laborable por lo que nadie le va a molestar, vive en un barrio tranquilo sin bandas armadas ni camellos ni furcias ni proxenetas.
  Después de recorrer unas cuantas calles, sin rumbo fijo, se para frente al escaparate de una tienda de televisores a mirar las noticias y entonces una pequeña figura se refleja en el cristal, alarmado y el sobresalto inicial se transforma en alegría ante lo que ve ante sí... 
  Su oronda cara sin afeitar se ilumina con una sonrisa al ver a una niña menuda de cabello cobrizo largo y con flequillo demasiado largo quizás pero con un rostro angelical de tez rosácea salpicada de pecas y unos enormes ojos verdes y lo mejor de todo es que está completamente desnuda.

     Henry mira en derredor suyo, se cerciora de que no hay nadie antes de empezar tratar de convencerla de que le acompañe, piensa en como hacerlo, en que palabras usar para que la pequeña no se asuste y no grite.
  Mas no hizo falta nada de palabras ni caramelos ni promesas de regalos para ganar su confianza pues la niña le coge de la mano y le insta a que la siga hasta el callejón más cercano a donde se encuentran y una vez allí, con la voz temblorosa por la excitación y el deseo, el hombre orondo comienza a decir:

- Nena, eres muy bonita aunque estás algo sucia.. Si juegas un poco con mi cosita te llevaré a mi casa para que te duches y huelas bien, ¿ Que te parece, cielo ? -

-  ¡ Voy a comértelo todo ! - 
  
     Fue la respuesta de la infante mientras le suelta el cinturón y le abre la bragueta, le baja los pantalones y los slips dejando al descubierto su pene en erección. Henry se prepara para el mayor éxtasis de su vida y cierra los ojos aún sin creer que la suerte le esté sonriendo de esta manera, mas lo que experimenta no tiene nada que ver con el placer sino con el dolor más espantoso que ha sentido nunca...
  Abre los ojos y horrorizado puede ve que los ojos y la nariz de la niña han desaparecido sustituidos por una enorme boca que le ocupa toda la cara. 
  Una boca sin labios repleta de enormes dientes de una forma y tamaño que le recuerdan los de un tiburón. Unos dientes que mastican lo que queda de los atributos viriles de Henry, dientes completamente rojos por la sangre que les chorrea.
  Henry trata, cubriéndose con la mano, de parar la hemorragia pero la sangre mana a borbotones, del lugar donde estuvieron sus testículos y su pene, en una cascada imparable.
  El pánico le da fuerzas para empujar a la niña y apartarla de su camino asestándole un fuerte puñetazo en el rostro y consiguiendo así salir del callejón a trompicones, renqueante... Pide ayuda al conductor de un vehículo que circulaba en ese instante por ahí y al levantar la mano para llamar la atención del conductor se da cuenta que la mano con la que golpeo a la criatura tampoco está. otra amputación y otro manantial de sangre y tras eso la oscuridad.

     Tras semanas de operaciones, sesiones de terapia psicológica,  interrogatorios policiales en los que describió lo mejor que pudo al " perro salvaje " que le atacó Henry puede marcharse a  casa a dormir en su cama, por fin.
  No se siente ni alegre ni tan siquiera aliviado pues aunque los médicos han hecho un gran trabajo de reconstrucción colocándole una especie de tubo que le permitirá miccionar y hacer vida normal ha perdido su masculinidad para siempre.
  Le han hablado de apósitos ortopédicos , de miembros artificiales con los que podría hacer vida de pareja pero eso no le interesa. No quiere una pareja a la que dar placer, no, él quiere una niña que le de placer o que le permita auto satisfacerse con su imagen y eso se acabó para siempre.
  Se prepara un sándwich de pollo y ve la Ruleta de la Suerte en televisión sin mucho interés antes de marcharse para la cama.
  Se toma su medicación para poder dormir mientras piensa: " Ojalá hubiera algo para evitar soñar, para evitar esas pesadillas ".
  Pero las pesadillas vuelven cada noche y esta no es una excepción: Esta vez no sueña con lo ocurrido en aquel funesto callejón, esta vez sueña que la criatura está ahí en su cama, agazapada sobre su torso como un depredador a punto de abalanzarse sobre su garganta.
  Entonces Henry se percata de que está completamente despierto y siente una respiración que se acerca a su cuello y oye una voz infantil que le susurra al oído:
 - " Esta vez sí que voy a comértelo todo, absolutamente todo " -




                                               Fin del capítulo uno.



  

  

  

lunes, 29 de julio de 2013

La pequeña huérfana ( 3ª parte )

                                                    El sr. Parks




     Emile Parks cerró su carnicería antes de la hora habitual. Siempre era puntual como un reloj a la hora del cierre excepto cuando iba en busca de posibles clientas para su negocio alternativo y esta era una de esas ocasiones.
  En estas ocasiones se pasaba por lugares frecuentados por adolescentes con la intención de oír alguna conversación que pudiera aprovechar en su beneficio: alguna chica que se sincerara con alguna amiga sobre una falta en su período, sobre que había vomitado o tenido nauseas esa mañana, etc.
  También acudía a las inmediaciones de clínicas abortivas ofreciendo sus servicios mucho más baratos y discretos a alguna joven que entrase o saliese sola, servicios mucho más asequibles para una menor desesperada.
  Naturalmente se presentaba como doctor, como cirujano feminista que lo hacía por convicción política y social y que el dinero que les cobraba era tan solo para cubrir gastos, gastos que asegurarían el perfecto estado de las instalaciones y por tanto el éxito en la operación.
   No está teniendo mucho éxito, en esta ocasión,  por lo que decide ir a dar una vuelta por barrios marginales como hacía siempre como plan B... Los sin techo no son tan fiables a la hora de poder pagar todo lo que merecen sus " buenas artes " pero en caso de joderse la cosa nadie los echaba de menos.

      Aún recordaba a aquella pelirroja guapa a pesar de su decrepitud, hermosa a pesar de su extrema delgadez con su sucia piel blanca llena de pecas y pinchazos de agujas.
  Le pagó por adelantado, como era menester, con una parte en metálico otra en joyas sin duda robadas y otra parte en drogas pero la cosa se torció: No pudo extraer al feto, ya de ocho semanas, como tampoco pudo detener la hemorragia y la joven indigente murió en la mesa de operaciones.
   El " Dr. " Parks no se molestó en viajar varios kilómetros para deshacerse del cuerpo, como hubiese hecho con una cliente normal, dejándolo en una alejada  cuneta de alguna carretera secundaria poco transitada.
  No había que tomarse tantas molestias, correr el riesgo de que la policia le parase por alguna tontería y encontrasen el cadáver en el maletero, por alguien a quien nadie buscaría.
 Así que con la ayuda de su mujer arrojó el cuerpo a una alcantarilla de un callejón  cercano con la firme convicción de que las ratas darían buena cuenta de los restos.

     Una vez en las inmediaciones del barrio marginal en cuestión, aparca su Ford Focus de color negro en un callejón poco iluminado, en una zona oscura donde no sea fácil identificar su matrícula en caso de tener que huir con rapidez.
  Pasea por el gueto tarareando una vieja canción de Bobby Darin hasta que se hace noche cerrada, se acerca la hora de cenar por lo que no piensa buscar mucho, si no encuentra pronto una cliente se machará a casa y volverá otro día pues a veces las cosas más buscadas no se hallan y las que no aparecen sin más.
  Para su sorpresa, algo totalmente inesperado surge de detrás de un contenedor de basura: una niña pecosa y pelirroja, harapienta y casi desnuda que le mira con grandes ojos de mirada inocente.

 - "  ¿ Te has perdido mocosa ?  " - Le preguntó.

 - " No, sé muy bien donde estoy, donde quiero estar. Te traigo un mensaje de tu mujer " -

 -  " ¿ De mi mujer, de que coño hablas sucia vagabunda ? ".

  La respuesta de la niña no es otra que transformar su cara en ese instrumento de matar con aspecto de boca, salta con agilidad y velocidad inhumanas sobre el acojonado hombre y, tal como hizo no hace mucho con la mujer de éste, le arranca ambos pezones de sendos mordiscos, el grito que el señor Parks  iba a soltar se pierde cuando un nuevo bocado le arranca la mandíbula y cae conmocionado al suelo, como un pesado fardo, aterrizando sobre su barriga-
  La sangre que brota a chorros de su cara y su pecho forma una creciente alfombra roja que amenaza con cubrir todo el suelo del callejón.
  La pequeña ha comido hace poco por lo que prefiere jugar con su presa y  divertirse torturándola antes de matarla, justo como haría un gato con un roedor pues una niña de su edad también necesita divertirse.

      Al perder la consciencia el carnicero la diversión no es la misma, no se divierte igual la pequeña sal no sentir su víctima como su lengua tentacular, de aproximadamente un metro de longitud, le despelleja la espalda, le arranca toda la piel de sus glúteos y finalmente le penetra por el ano.
  Y sigue penetrando cada vez más adentro con sus fuertes ventosas pegándose a las paredes de sus intestinos y en unos minutos ocho metros de intestinos son absorbidos y engullidos. Intestinos a los que siguieron el estómago, páncreas, bazo, hígado, riñones... hasta absorber todos los órganos internos del " cirujano ".
  Emile Parks ya está muerto por lo que no puede apreciar la justicia poética de lo que está sucediendo: Él vaciaba a adolescentes y ahora una púber le está vaciando a él, Él había hecho sangrar hasta morir a casi niñas y ahora una niña le ha hecho lo mismo a él.
     Terminada la operación la cara de la niña vuelve a mutar recuperando su rostro angelical y su aspecto ingenuo mientras se encamina hacia la boca de la alcantarilla más cercana no sin antes dedicarle una última mirada a lo que queda del señor Parks:
- " Reunete con tu mujer en el infierno, hijo de puta ".





                                             Fin del capítulo tres



  


  


jueves, 25 de julio de 2013

tarro de miel





                                             De la noche más oscura
                                             del abismo más profundo
de lo peor de este mundo
que te aboca a la locura

se puede hallar una cura
que te devuelva la vida
que te restañe la herida
con un soplo de ternura


Una mirada azul cielo
envuelta en lazos de oro
 ¿Que valía en cada poro !
Poros de piel de pomelo

Si la vida se hace ácida
y sabe a veneno en dosis
no es más que una crisálida
que anuncia metamorfosis

Esa sonrisa divina
tan auténtica y preciosa
es mucho más beneficiosa
que la mejor medicina

Ya asusta menos la muerte
y me aterra menos la vida
del pozo sí hay salida
lo supe al conocerte

Sé que no estarás siempre ahí
para animarme y apoyarme
para hacerme sentir valioso
mas aunque vuelva a sentirme odioso
y no vuelvas ni a mirarme
tu huella estará siempre en mí



miércoles, 24 de julio de 2013

Apocalípsis ( conclusión )

                                                  La Extinción




En todas las partes de La Tierra, Diciembre.


     Nadie sabe a ciencia cierta como empezó todo... Las pequeños conflictos armados en pequeñas zonas de ciertos países africanos, asiáticos y centroamericanos se multiplicaban y aumentaban en magnitud y área de influencia salpicando a sus estados vecinos rápidamente.
  En muy poco tiempo no había un solo continente sin guerras, en meses venideros no había un solo país en paz.
  Las grandes potencias fueron la últimas en entrar en la batalla global que se estaba gestando conscientes de que su potencial armamentístico supondría el final de todo mas algo empujaba a las naciones a desear ir a la guerra sin dudarlo sin pensar en las consecuencias reales de sus actos, deseosos de destruir tanto a aliados históricos como a antiguos enemigos.
  No se formaron alianzas como antaño pues todos los estados recelaban de todos, cualquiera era considerado enemigo. Los bombardeos y lluvias de misiles sobre población civil eran constantes, los hospitales, cárceles  almacenes de alimentos, granjas, invernaderos... todo era un objetivo militar de primer orden pues no se buscaba conquistar territorios ni derrotar al enemigo sino destruirlo por completo.

     Pronto el hambre y la enfermedad se unieron a la guerra para proporcionar alimento a la muerte: La comida escaseaba a un ritmo cada vez más alto así como los medicamentos y los productos enlatados eran fuentes continuas de graves infecciones, como el botulismo, que causaban estragos entre la población.
  Lo que no mataba una bala, lo hacía el hambre o si no la enfermedad, el ganado superviviente a los ataques bélicos enfermaba y moría de  múltiples males todos ellos contagiosos, todos ellos mortales de necesidad al carecer de los fármacos necesarios para tratarlos...Enfermedades ya olvidadas al creerse erradicadas volvían causando estragos con más virulencia que nunca al encontrarse a una población extraordinariamente débil.
  La peste bubónica, la viruela, el cólera, el tifus, la tuberculosis . todo tipo de virus, bacterias, bacilos y demás protozoos crecían en número y fuerza arrasándolo todo a su paso.

     La vida vegetal fue arrasada por el napalm, el plasma y todo tipo de armas químicas, ademas de la radiación nuclear, tanto en la tierra como en el mar y hasta el agua que no se había evaporado se volvió completamente tóxica.
  Hasta que en un momento de un día o de una noche la vida desapareció del planeta Tierra por completo y al no haber seres superiores capaces de batallar La Guerra dejó de existir también de forma automática.
  El Hambre le siguió en su desaparición al no haber seres que necesiten alimentarse así como La Peste y los microorganismos generadores de enfermedades, últimos vestigios de vida.
  La energía vital de todos ellos fue engullida por La Muerte en su último suspiro pues al extinguirse todo tipo de vida se acabó todo tipo de muerte.

     El otrora mundo fértil es ahora una roca calcinada y devastada con lagos de ácido donde antes hubo agua y una atmósfera en continua combustión.
  La energía vital del antaño planeta verde fue consumida por los Cuatro Jinetes y la de estos, al desaparecer, fue a parar a la entidad omnipotente que de nuevo y por última vez adquiría forma humana: Podía adquirir cualquier forma pero su favorita era la de un hombre delgado con pelo largo y barbudo pues fué la primera que usó y habló para sí mismo pues era consciente de que no quedaba nadie que le pudiera oír:

 - " Siglos ha mi padre, mi creador me hizo tomar esta forma para redirigir los pasos de la humanidad, para desviarla del caos hacia el que se dirigían, para salvarlos de sí mismos. Fracasé y mi hacedor consintió que una especie infinitamente inferior a mi torturase y destruyese mi cuerpo mortal y ¿ Todo para qué ? Para que fundasen una poderosa organización religiosa basada el nombre que adopté: Jesús Cristo. " -

 - " El viejo idiota pensó que así tendrían fe y serían más humildes y naturalmente se equivocó como se equivocó en el simple hecho de usarme y pensar que yo lo acataría de buen grado... Jamás olvidé esa humillación y planee mi venganza acumulando poder en la clandestinidad, esperando poder igualar, incluso superar , en poder a mi creador tan viejo ya como el universo.
  Para semejante fin, uní mis fuerzas a la de otro poderoso ser, alguien a quien también humilló en el pasado y clamaba venganza: Lucifer, el ángel caído que otrora fuese su favorito, su leal sirviente. " -

 - " Unidas nuestras fuerzas le destruimos y yo obtuve su poder al ser parte de él y su único heredero. El resto fue sencillo... Destruí al ángel caído, ya no era rival para mi, y cree a mis cuatro servidores para que se encargasen del trabajo sucio y ahora mi venganza se ha completado: La humanidad ya no existe, ni la vida en este planeta que me vio nacer y morir pero sería una lástima desperdiciar este poder ilimitado. Es hora de buscar otros mundos y crear vida superior a la que hacer evolucionar, a la que hacer creer que son los amos de su mundo y después destruirlos. Aun me queda mucho por hacer y disfrutaré haciéndolo " -


                                                  El Fin

     
  

lunes, 22 de julio de 2013

Apocalípsis ( Parte IV )


                                                     La Muerte



  Monte Ararat, Turquía. Octubre.


     En la cumbre, una criatura humanoide que recuerda visualmente a un hombre de larga melena, permanece imperturbable a los fuertes vientos que azotan la cima del monte como si meditara o esperase que algo pasase.
  Es imposible saber que pasa exactamente por la mente de un ser que está tan lejos de nosotros, los humanos, como nosotros lo estamos de los insectos.
  Quizás esté pensando en la muerte, en que es algo tan natural como la vida misma y de hecho no podría existir la una sin la otra.
  La humanidad siempre ha sido consciente de ello y sin  embargo le ha otorgado al hecho del fallecimiento una importancia extrema, desmesurada casi.

     En algunas religiones politeístas de la antigüedad la muerte estaba simbolizada por una figura humana, animal o una mezcla de ambas.
  En la mitología escandinava la muerte era una mujer: Hela, la diosa asgardiana que ordenaba a sus valkirias, también féminas ellas,  dirigirse a los campos de batalla  recoger las almas de los guerreros caídos en combate.
  También eran mujeres en la mitología grecorromana las que cortaban el hilo de la vida de los humanos: Las Parcas, hilanderas del destino y en la hindú la diosa más temida era Khali, la destructora.
  Resulta lógico que la muerte sea representada tan a menudo por una mujer pues ellas son las que dan la vida, ¿ Quién mejor que una mujer para quitarla ?
  No obstante son los hombres los que causan más muertes por lo que en otras religiones como la del antiguo Egipto la figura de la muerte era medio hombre medio animal: Anubis, el dios chacal que conducía a los muertos por el rio haciá el otro mundo o el temido Seth, el dios serpiente con cuerpo de hombre y cabeza de cobra.

     El auge de las religiones monoteístas acabó con lo visión personalizada de la muerte relegándola un simple paso hacia el verdadero destino de la humanidad, el camino hacia otra dimensión ( cielo o infierno ) o un ligero paréntesis hacia una nueva vida ( reencarnación ).  Cada tipo de fe elegía un destino diferente pero todas coincidían en que era un mal necesario para alcanzar la felicidad final y definitiva.

     Pero ¿ Y si  no hubiese nada al final del camino, y si alguién o algo se hubiese asegurado de que la muerte tuviese entidad propia de forma real ? ¿ Que pasaría si algo hubiese transformado a ese, para algunos estado de transición para otros estado definitivo, en un ser con intelecto y poder pero sin voluntad propia ?
  Sería un poderoso títere sin duda alguna y el ser que le manejara tendría que ser poseedor de una fuente de poder inimaginable y para desgracia de la raza humana ese ser dispone de una fuente de energía casi ilimitada y está a punto de obtener aún más y eso le convertirá en una entidad omnipotente.
  Para obtener el poderío extra que necesita para llevar a cambio sus planes ha de enfrentarse a seres cuyo poder iguala o casi supera al suyo, pero lleva mucho tiempo planeando esto, lo tiene todo bajo control, y ahora llega el momento de crear a su peón definitivo.
    Para crear a esta criatura que se alimenta de fuerza vital elige un recipiente que antes fue humano para actuar como catalizador de su poder.
  Le parece apropiado que sea humano, como él mismo lo fue tiempo ha, y le parece adecuado que sea un niño...alguien que no haya vivido lo suficiente como para saber lo que es la vida, alguien que haya tenido unas experiencias vitales que le hagan temer, más que amar, a la vida.

     Said Al Jubbat es el elegido pues a sus ocho años no ha experimentado ni vida ni muerte aunque sus ojos ha visto tanta violencia, dolor y sufrimiento que se puede decir que se siente más cercano a la muerte que a la vida, a la destrucción que a la creación.
  Vive el Valle de Hebrón con otros muchos palestinos como él y su barrio está constantemente vigilado por soldados del ejército israelí por lo que siente miedo a salir a la calle y mucho más a ir a la escuela.
  Sus padres murieron durante un bombardeo de la aviación hebrea como represalia a un ataque terrorista de Hamas: Una bomba en un mercado que causó docenas de muertos y cientos de heridos.
  Said no se alegra cuando la gente muere de forma tan violenta sean de un bando o de otro pues ya ha visto demasiada sangre y está cansado, aun a su corta edad, de tener miedo...lo único que le alegraría sería su propia muerte pues no se le ocurre otra forma de dejar de estar asustado.
  Aunque, en este preciso instante, lo que le hace temblar de miedo es la presencia no humana que se yergue ante él, altivo e irradiando fuerza, como surgido de la nada.

     Cree que es un hombre que al menos lo fue alguna vez, pero sabe que ya no lo es, no sabe si no tiene cara o es que él no puede verla, no sabe si es joven o viejo, solo sabe que le puede destruir con solo pensarlo y teme que lo haga pero también lo desea.
  Pasan unos segundos, que a Said le parecen horas, y por fin el ser se acerca y deja caer la mano sobre su hombro con una suavidad inusitada. 
  Siente calor con el contacto, siente confianza, se siente fuerte sin nada de miedo y siente la voz del extraño desconocido en su cerebro:

-  " Mi pequeño Said, has sido elegido para una misión que te hará dejar de ser un niño, dejar de ser humano. No volverás a sentir miedo ni volverás a sentir nada pues ya no eres un ser sentiente ni un ser orgánico... Eres La Muerte y la ofensiva final contra el homo sapiens y todos los seres vivos que le acompañan comienza aquí y ahora. " -



                                                Fin de la 4ª parte




lunes, 15 de julio de 2013

Apocalípsis ( Parte III )

                                   La Guerra



Johannesburgo, República de Sudáfrica. Junio


     La etnia a la que se pertenece dentro de la especie humana es casual, nadie es más o menos afortunado por pertenecer a una u otra pero para algunas personas nacer con la piel oscura puede ser calificado de mala suerte.
  Eso le ocurrió a Julius Wishtown pues nació negro en un barrio de blancos en una ciudad para blancos de un país dominado y gobernado por blancos.
  No vino al mundo desvalido pues su familia era de posición acomodada lo cual era una ventaja unas veces y un inconveniente otras ya que el rechazo social del que era objeto se acentuaba por esta causa: Los negros de condición humilde ( la mayoría ) le odian por haber nacido ya con cosas que ellos nunca tendrían, por tener el futuro resuelto cuando ellos no saben como sobrevivir al presente.
  Por otra parte, a los blancos tampoco les gusta ver a un negro con ropa elegante, con un buen automóvil y viviendo en una residencia lujosa, les parece una abominación, algo contra natura.

     Quizás esto no fuera del todo cierto, quizás él exagera pero lo cierto es que se siente así: odiado pos todos y la realidad depende de como la percibas.
  Julius siempre evita el contacto directo con la gente fuera de su circulo familiar, se traslada a todas partes en coche y evita todo tipo de lugares concurridos  tanto fiestas o ferias al aire libre como lugares cerrados como cines, bares, discotecas, pabellones deportivos, etc.
  Su situación económica y la condescendencia de sus padres le permiten poder vivir sin trabajar, se niega a buscar trabajo a pesar de tener varios títulos universitarios obtenidos a distancia y su excusa siempre es la misma: " ¿ Para que voy a buscar un empleo si no me van a aceptar en ninguna parte por el color de mi piel ? ".
  Sus necesidades sexuales las satisface con prostitutas, siempre de raza blanca y de alto standing, con bastante frecuencia.
  No considera estos contactos como relaciones sexuales ni afectivas sino como transacciones comerciales.. Pagar por la obtención de un servicio como cualquier otro, dinero por placer.

     Una noche al volver de un supermercado de " 24 Horas " decide cambiar de ruta y en lugar de tomar la autovía principal, como siempre, da un rodeo por carreteras secundarias.. sus padres habían ido a la ópera y volverían tarde y no se le ocurría otra cosa para matar el tiempo hasta su vuelta pues no le gustaba estar en casa solo.
  Julius descubría un nuevo mundo: Calles que no sabía que existían  casas que nada tenían que ver con su lujoso barrio residencial, no había jardines ni guardias de seguridad ni tan siquiera una medianamente buena iluminación. " Aquí solo deben vivir negros desempleados " murmuraba para si mientras tomaba una curva cerrada y tan absorto estaba en todo lo que veía a su alrededor que no se percató de la cercanía de un paso de peatones ni de la persona que en ese instante cruzaba por él hasta que fue demasiado tarde.
  Trata de frenar de  inmediato pero para cuando lo consigue había un cuerpo humano chocando contra su parabrisas, chorreones de sangre cubriendo su lujoso coche y el sonido de huesos quebrándose y astillándose.
  El cuerpo rueda hasta el suelo por el abollado capó a gran velocidad mientras él trata de dejar de temblar y  desea creer que esto no está ocurriendo, que no es otra cosa que un mal sueño.

     Hace acopio de todo su valor, que no era mucho la verdad, respira profundamente, traga saliva y salie del coche lenta y titubeantemente.
  Se acerca al despojo sanguinolento que, unos segundos antes, era un hombre octogenario de piel blanca y unos sesos esparcidos por la calzada más unos ojos acusadores salidos de sus órbitas le hacen vomitar. Ahora sí que piensa que eso es una pesadilla pues  ¿Que hacía un blanco cruzando la calzada solo en un barrio pobre destinado a gente de piel oscura ?
  Un grito proveniente de algún edificio cercano rasga el silencio de la noches, da un salto dirigiéndose a si coche e intenta entrar. 
  Lo mejor era marcharse de allí, volver a casa y lavar bien el auto para al día siguiente llevarlo a un taller, ya sus padres se encargarían de resolver el asunto pues no hay nada que una buena suma dinero no pueda resolver.

     Ni siquiera pudo entrar en el coche pues alguien le sujeto con gran fuerza, en apenas un suspiro le hicieron dar un giro de 180 º para encararse con un grupo de personas, algunos semi desnudos, apenas cubiertos con pijamas o ropas de calle que, se notaba, se habían apresurado a ponerse, hombres y mujeres recién salidos de sus casas y casi todos de raza blanca.
  Sin tiempo de articular palabra alguna se lanzan sobre él como una jauría humana profiriendo gritos y agrediéndole con gran brutalidad: Una lluvia desmesurada de puñetazos, puntapiés, mordiscos y arañazos acompañados de golpes con objetos contundentes la hacen caer en redondo al borde de la inconsciencia. 
  Los golpes siguen impactándole de forma incesante acompañados de gritos ofensivos como " negro hijo de puta, asesino de blancos " provenientes de los más numerosos blancos o " Bastardo prepotente, te crees que puedes hacer lo que quieras por tener dinero " espetados por los de su misma raza. 

     Al fin llega la oscuridad, pierde la consciencia y está ajeno al dolor de la brutal paliza que le está llevando a un estado comatoso o algo peor más no está realmente inconsciente ni en coma ni muerto... Sigue vivo y en la misma calle pero no hay coche ni cadáver ni agresores ni sangre ni cadáver, su coche está intacto y así cualquier indicio de lo acontecido se ha esfumado.
  Además él esta sin un arañazo sin una sola herida ni fractura, nada.. ¿ Entonces sí que había sido un mal sueño, se había dormido al volante o algo similar ?
  No, lo que pasó fue real y algo le había salvado de su destino, algo o alguien que estaba muy cerca.. Percibe la presencia de una figura humana, un hombre alto de cabellos largos que le mira y la habla sin mover los labios porque no tiene o al menos él no puede verlos.
 Siente la majestuosidad de su presencia pero no puede saber como es realmente ni a que raza pertenece, en caso de pertenecer a la raza humana cosa que no tiene muy claro y oye su voz en su cabeza:

 - " Julius Wishtown ha sido asesinado, álzate y ven hacía mi sin temer a ningún hombre nunca más, ahora ellos te temerán a ti pues tú eres La Guerra " -


                                            Fin de la 3ª parte

  

Apocalípsis ( Parte II )


                                                  EL HAMBRE


Hanoi, Vietnam. Marzo


     La habitación de Liu Keng estaba a oscuras, como siempre lo estaba, a pesar de ser de día. Mantiene las artesanales persianas de bambú, de su modesta cabaña, bajadas tratando de alargar la noche, de retrasar la llegada de un nuevo día.
  Busca huir de la realidad cotidiana tratando de crear una ilusión, una fantasía en la que no tenga que preocuparse por la falta de alimento, la falta de empleo y sobre todo la ausencia de su amada esposa.
  A él le gustaría pensar que su adorada Mao Len se fue a causa de aquel fatídico accidente que le costó la pérdida de sus piernas pues es evidente que cuesta mucho más salir adelante, en una aldea pobre de un país que fue devastado por una guerra, estando lisiado.
  Que le abandonó al ver mermada su capacidad sexual no solo en lo físico sino también en lo anímico, que se busco un hombre que sí pudiera complacerla en todos los aspectos mas no fue así.

     Se querían, se amaban con locura, se necesitaban pero los sentimientos  son difíciles de mantener cuando te faltan necesidades básicas: " El amor sale por la ventana cuando el hambre entra por la puerta ". Cuando el hambre te corroe las entrañas es complicado charlar, comunicarse, abrazarse, besarse, sonreír, decir te quiero...
  Lo único que les mantenía unidos era la preocupación por el bienestar de su hija de seis años Rae pero cuando ésta murió, víctima de una anemia que se complicó por carecer de las vitaminas y minerales esenciales para el organismo humano, se abrió un abismo entre ambos y Mao Len no tuvo fuerzas para seguir en esa casa junto a lo que quedaba de Liu.

     El hambre también fue la causa de su minusvalía, de su desdicha locomotriz. Ocurrió durante la estación de las lluvias, una época bastante azarosa para encontrar empleo como jornalero en las haciendas de los poderosos del lugar.
  Tras haber recorrido muchas millas en su añeja bicicleta, buscando alguna persona que le pudiera proporcionar unas monedas o algo de comida a cambio de su esfuerzo, volvía a casa abatido preocupado, no por su dolorido estómago, sino por la desilusión que vería en el rostro de su mujer e hija. 
  Nunca le reprochaban nada pues sabían que hacía todo lo que podía pero el ver la decepción en sus rostros era algo terrible para él.
  Al pasar por la ciudad pensó que quizás podría humillarse para obtener alguna limosna de algún turista pero no fue eso lo que hizo pues el destino, dios o el diablo tenían otros planes para él.

     Se encontraba en la puerta trasera de un restaurante de cierto lujo para turistas cuando vio lo que creyó era los solución a sus males: Una caja repleta de comestibles frescos.
  Había de todo cereales, verduras, aceite de soja, pescado...  Quizás no pudiera cargar con todo pero sí con lo suficiente para que los rostros de sus amadas se  iluminarán de ilusión y agradecimiento en vez de la  tristeza y decepción habituales.
  El plan era simple: entrar rápidamente, coger todo lo que pudiera cargar y salir pitando con su bici perdiéndose por callejones oscuros hasta llegar a las afueras y huir campo a través.
  Mas las cosas no salieron demasiado bien pues en el instante que, una vez dentro del local, sus manos asían las provisiones apareció un enorme hombre asiático, ataviado con un delantal blanco y armado con un descomunal cuchillo, con una aterradora expresión homicida en su rostro.
  " A la mierda con la bici, tengo que salir corriendo con todo lo que pueda llevar ya " - Pensó Liu y echó a correr todo lo rápido que pudo por su vida, por su familia.

     Los hechos acaecidos a continuación no están claros en la memoria de Liu. Recuerda los gritos del enorme cocinero, los latidos de su propio corazón resonándole en los oídos.. Recuerda el sudor resbalando por su cara y a sus músculos quejándose por el esfuerzo  el bombeo incesante de adrenalina martilleando su cabeza... Y recuerda el sonido de un trueno, el resplandor de un relámpago, un calor abrasador..Recuerda su cuerpo cubierto de tierra y trozos de metal y sangre, mucha sangre y sobre todo recuerda que intentó levantarse, antes de perder el conocimiento, y no pudo pues no tenía con qué.
  Despertó horas más tarde en la cama de un hospital como paso previo a su ingreso en prisión... Lo primero que recuerda son las paredes de la habitación agrietadas por la humedad  los ojos enrojecidos de su mujer y su hija mirándolas desde el otro lado de un cristal junto a dos policías.
  Y sobre todo recuerda la sábana, en otro tiempo blanca, que trataba de ocultar que había perdido parte de él.
  El hambre, la necesidad habían sido los culpables de lo que acababa de perder y de los que perdería a continuación... El hambre, siempre el omnipresente hambre.

     Liu lleva cuatro noches y cuatro días sin moverse de la cama, en su pequeña cabaña que ahora se le antoja tan grande, sin comer sin beber hastiado de tener que luchar contra la necesidad, contra el hambre y contra la vida.
  Sin las mujeres de su vida ésta carece de sentido y espera que la deshidratación le mate pues sería una forma de vencer al hambre, al final él ganaría moriría pero no de hambre: la sed le mataría y vencería a la hambruna en su última batalla.
  Pero una vez más los planes de Liu se iban a frustrar: Con un destello de una luz tan intensa que daño sus ojos a través de sus párpados cerrados hizo acto de presencia alguien o algo que no era de este mundo.
  Del mismo modo que sentía la intensa luz a pesar de sus ojos cerrados " oyó " una voz que penetraba directamente en su cerebro, obviando el canal auditivo:

 - " Liu Keng tus fuerzas están volviendo, tus piernas vuelven a crecer. Este es un renacimiento pues ya no eres la persona que eras, de hecho ya no eres una persona: Eres La Peste- " -


                                               Fin de la 2ª parte
   

miércoles, 10 de julio de 2013

Apocalípsis ( parte I )

                                                        LA PESTE



Santiago de Chile, Chile. Febrero.

     Celia Herrera acaba de terminar de asearse  y como todas las mañanas  observa su imagen reflejada en el espejo como si se viera a sí misma por primera vez.
  Mira su cabello cobrizo completamente alborotado, quizás debería volver a sostener la rutinaria batalla con su cepillo para llegar a ese equilibrio estético entre el caos y el orden, si tuviera ganas de hacerlo.
  Mira sus ojos enrojecidos, cansados  y casi sin brillo, sin ilusión y como todas las mañanas se pregunta si tendrá fuerzas para seguir adelante.
  Antes de salir del baño su vuelve para volver a contemplar su reflejo y, aunque sus rasgos podrían ser considerados bellos a su edad para la mayoría de los hombres, no se siente a gusto con lo que ve, le disgusta su aspecto y se dice sin hablar: "  ¿ Quien eres tú, porque me miras cada mañana ? ¿ Porque estás siempre ahí, desconocida ?

     Después de un monótono y obligado desayuno Celia se encamina, siempre por la misma ruta, hacia el hospital donde trabaja como todos los días.
   El vivir tan cerca del lugar de trabajo, escasos trescientos metros,  suele ser una ventaja pero, para ella, no es así ya que el único camino viable hacia su destino pasa, inexorablemente, por un oscuro, estrecho y maloliente callejón donde las ratas pululan a su antojo. 
  La repulsión de ella hacia las ratas es tal que podría decirse que se trataba de una intensa fobia mas no recuerda si se debe a una experiencia trumática de su niñez pues su padre no hablaba demasiado con ella. Las visitas que hacía a su cuarto no eran para hablar y su madre tampoco le decía nada cuando estaba sobria, solo la insultaba y golpeaba cuando bebía.
  Lo que sí recordaba es que cada noche, al irse su padre tras dejarla manchada de sudor y semen, se sentía muy sucia. Suciedad que nunca desaparecía, ni siquiera al bañarse aunque pasara horas frotándose con un estropajo hasta arrancarse parte de la piel.
  Otros niños creían el Ratoncito Pérez  pero ella no. Ella se inventó su propio personaje el Señor de las Ratas. No era su padre quién le hacía todo eso era el malvado Rey de las Ratas.
  Años más tarde siendo ella una adolescente mamá ingresó en un centro psiquiátrico con la mente derruida por el alcohol y papá murió a consecuencia de un colapso respiratorio, al menos eso fue lo que dictaminó el forense... En realidad, su asfixia fue originada por una bolsa de plástico con la que Celia tapó su rostro hasta que él dejó de retorcerse.
  Pero ella no recordaba haber hecho eso, sus recuerdos eran un poco caóticos y lo que recordaba, quizás lo que quería recordar, era al Rey Rata ahogando a su querido papá, rodándole el aliento con su enorme hocico de roedor.

     Al llegar a la entrada de personal interno sus cavilaciones  sus recuerdos se esfuman pues ahora está en su verdadero elemento, su verdadero hogar. 
  No eligió la carrera de enfermería por humanitarismo ni por vocación, ni siquiera por tener un sueldo, más o menos, asegurado. Lo hizo simple y llanamente por su odio corrosivo y visceral hacia la humanidad.
  El ver como microorganismos, invisibles a simple vista, destrozaban cada día a la auto proclamada especie superior del planeta le hacía sentirse feliz.  ¿ Y que mejor trabajo que el suyo para poder ver a hombres, mujeres y niños abatidos por la enfermedad. Muriendo a causa de heridas a veces producidas por otros miembros de su misma especie ?
  Doce horas pasan demasiado rápido cuando te estás divirtiendo tanto y para Celia Herrera estar rodeada de sangre, sufrimiento y dolor era el culmen del divertimento.

     En ocasiones, hubo de abandonar su participación en una urgencia con la excusa de sentirse mal y tener que ir al baño mas la verdad era bien distinta, no era una indisposición  lo que la hacía buscar refugio en le lavabo sino todo lo contrario: Era la inminente llegada de un orgasmo múltiple.  Por otra parte era la única forma de sentir placer que tenía, nunca tuvo amantes en su vida adulta y odiaba cualquier contacto físico.
  Pero no todo era perfecto para ella en su trabajo pues debía intercambiar palabras con sus compañeros de trabajo incluso fingir alguna sonrisa y eso le asqueaba. De hecho le asqueaba toda relación con gente que estuviese sana...No le gustaban ni personas ni animales ni plantas solo virus, bacilos, bacterias, etc.

     Acaba la jornada y Celia debe marcharse pues no tuvo suerte y no pudo hacer doble turno. Es hora de volver a casa y reponer fuerzas para mañana volver a su paraíso privado pero antes está el callejón, ese maldito callejón y sus sempiternos moradores.
  Esa noche Celia nota algo extraño: no hay ninguna rata ! Algo que debería alegrarla, dada su fobia pero en vez de eso le perturba.
  Algo va a pasar, algo anormal y como dando sentido a sus tribulaciones aparecen las ratas de repente en oleadas como una marea gris. 
  Surgen de todas partes, de todos los sitios posibles: de las alcantarillas, de las puertas y ventanas de mugrientos edificios abandonados hace décadas y de las grietas del asfalto y las paredes, grietas que son cicatrices dejadas por las heridas del abandono y el olvido.

     Mas las ratas no se mueven de forma desordenada ni caótica. sino que lo hacían como  un pequeño ejército perfectamente disciplinado que seguía órdenes de un general invisible, rodeando a la mujer paralizada por el horror, formando círculos con gran velocidad y precisión hasta cercarla por completo. 
  Se cuentan por centenares, quizás millares y los círculos de su formación se van estrechando hasta llegar a establecer contacto con la mujer.
  Celia ya no puede mover ni un músculo, ni siquiera intentarlo, solo puede notar como los roedores suben por sus piernas rápidamente, hasta cubrirla por completo como una segunda piel dejando al descubierto solo sus ojos.

    " Debería estar a punto de desmallarme de puro pánico " - Piensa Celia pero lo cierto es que no es así, percibe una extraña sensación que desconocía hasta ese momento pero no se parece al miedo.
  Entonces se percata de que es la única sensación que nunca ha experimentado: Amor. Sí, es amor, amor maternal como el que nunca tuvo, amor maternal hacia esas criaturas que acarician su piel y la aíslan del mundo, que la hacen sentirse segura.
  Por primera vez desde que tiene uso de razón se siente en armonía consigo misma.
  
     Respira hondo, traga saliva y pierde la mirada en el infinito hasta que algo se cuela en su campo visual, algo con apariencia humana...
  Aparenta ser un hombre pero ella sabe que es mucho más que eso, es alto con pelo largo y oscuro, su figura es esbelta y por algún motivo no puede distinguir sus facciones a pesar de estar muy cerca de ella, si no fuera porque es imposible diría que no tiene rostro.
  Su presencia en poderosa, emana energía vital a borbotones, parece más un flujo de energía que un ser material y parece tener poder para hacer cualquier cosa.
  Habla y su voz está a caballo entre un dulce susurro y un poderoso bramido, de una claridad cristalina. Habla en un lenguaje no humano pero que ella puede entender aun si saber como ni porqué.
  - " Te he elegido a ti mujer porque naciste para esto y ahora vas a renacer en tu verdadera encarnación. Desde este preciso instante la falsa identidad de  Celia Herrera ha dejado de existir: Ahora eres La Peste. " -


                                                 Fin de la 1ª parte
  
  
     

     

martes, 9 de julio de 2013

La princesa y el unicornio

 

       La princesa de cabellos de oro cepillaba su larga melena frente al espejo de su tocador. Un halo de tristeza ensombrecía su bello rostro, su pálida tez reflejaba la luz de la luna que invadía su alcoba a través de la ventana.
  Se sentía afligida por todo lo que se avecinaba en las  fechas venideras: Su padre el rey vivía sus últimos días en el mundo terrenal, se negaba ya a levantarse de su lecho y mucho menos a salir de sus aposentos. Parecía así querer acelerar la llegada de La Parca como la única forma de poner fin a su temida enfermedad: La vejez.
  Eso obligaba a la princesa dorada a tener que desposarse pues todo reino necesita un rey. Un reino si un monarca incita al caos, a luchas por el poder internas e incluso externas. Ella no estaba dispuesta a poner en peligro siglos de paz y estabilidad, si tenía que sacrificar su felicidad personal por el bien de su pueblo, lo haría sin dudar. 
  
     Mas la elección no era fácil, abundaban los candidatos, pues la belleza de la joven era cantada por trovadores de todos los reinos vecinos, pero todos eran altivos, prepotentes, pagados de sí mismos. Pensaban que sus tesoros, sus caros ropajes, su rancio abolengo, sus posesiones territoriales, y en algunos casos su atractivo físico, bastaban para hacer caer rendida a sus pies a cualquier mujer, fuese princesa o no.
    Sin embargo no era así en esto caso pues ella necesitaba más de lo que no podían darle que de lo que sí. Necesitaba que la hicieran reír, que le aportasen más pasión emocional que física   necesitaba ternura, cariño, comprensión... Algo que parecía muy improbable de conseguir entre la alta alcurnia  algo que sí parecía que pudiera aportarle el bufón de la corte, tan guapo como divertido, tan sensible como honesto.
  Mas eso era inviable nunca una heredera al trono se había desposado con un plebeyo, sus sentimientos deberían supeditarse a su deber para con su pueblo.
  Y su deber no era otro que elegir uno de los príncipes de los reinos vecinos como consorte y cumpliría con ese deber aunque este le quitara el sueño.

     Sabedora de su imposibilidad de poder dormir esa noche, con tanta pesadumbre, decidió salir del castillo y caminar sin escolta por los bosques aledaños. 
  Necesitaba sentir la brisa fresca en su rostro, oler los efluvios de la vegetación y oír los sonidos de la madre naturaleza: el ulular del viento, el concierto nocturno de los grillos, el canto del búho...
  Caminó y caminó hasta perder la noción del tiempo y el espacio: Se había perdido y le era imposible encontrar el camino de vuelta a pesar de que la luna, más llena que nunca, alumbraba tanto que se podía ver casi como si fuera de día.
    No podía encontrar ninguna señal, ningún rastro que le sirviese para, al menos, intuir el camino que debía seguir. 
  Comenzó a andar más deprisa, tratando de encontrar una solución a su problema, cuando el aullido de un lobo solitario convirtió su paso acelerado en una carrera.
  Corrió, con el corazón cada vez latiéndole con más fuerza, sin saber a donde se dirigía ni por donde iba hasta que se adentró en un claro desconocido para ella hasta ese momento.

     Al instante se sintió más calmada, su miedo desapareció pues en el claro había un arroyo de aguas cristalinas y de esas aguas bebía una criatura mágica, un animal majestuoso... 
  Había oído historias sobre seres así en su infancia, se las contaba su padre cada noche en su lecho tras morir su madre víctima del tifus, pero al crecer nunca pensó que pudieran existir y mucho menos que llegaría a tener a uno ante ella.
  Era un unicornio sin lugar a dudas pues no podía confundirse con un caballo, no sólo por el cuerno que coronaba su frente sino por el tamaño ( era más grande que cualquier équido conocido ), por la gracilidad de sus movimiento y por su mayestático porte.
  Su cabeza, su piel y sus crines eran blancas y la luz de la luna le hacía brillar como con un aura dorada. No tuvo miedo de acercarse a él pues era tal su belleza y sus ojos brillaban con tanta calidez e inteligencia que además se atrevió a acariciarlo.
  Nunca había tocado nada tan suave, ninguna de las lujosas alfombras de palacio, ninguno de sus ropajes, hechos con la mejor de las sedas traídas de oriente, podían equipararse a su brillante piel.
  El animal dobló sus patas delanteras y se arrodilló invitándola, de este modo, a subirse a su lomo algo que hizo sin dudarlo ni un solo instante.
  

     El unicornio comenzó a caminar, a trotar y finalmente a galopar mientras que la joven princesa suspiraba: se sentía cada vez mejor, se sentía tan bien, tan a gusto, tan a salvo a lomos de ese ser mágico que no quería bajarse nunca. 
  Justo cuando más a gusto estaba, cuando un segundo suspiro asomaba en sus labios de rubí su transporte se detuvo. Se
  Se volvió a arrodillar para que ella se apeara y con un estremecedor relincho a modo de despedida y se marchó perdiéndose en la negrura de la noche.

     Encontrábase delante de su castillo, la había traído de vuelta a casa, de vuelta a sus tribulaciones, de vuelta a su áspera realidad.
  Entró con la intención de volver a su alcoba para tratar de dormir y descansar algo cuando oyó música y jolgorio en la sala del trono.
  Se estaba celebrando una fiesta, un banquete de boda y en el trono sentado se hallaba un hombre que apenas pudo reconocer sin sus mallas y su gorro de cascabeles, sustituidos éstos por un lujoso traje y una corona.
  Al instante supo que el ágape era en su honor, que el otrora bufón de la corte era ahora su recién desposado consorte y su rey.
  
     No sabía si su vida anterior a esa noche, al encuentro con el ser mágico había sido una pesadilla o si lo que vivía ahora era un sueño mas no le importaba en absoluto.
  Estaba dispuesta a disfrutarlo y así lo hizo pues su matrimonio fue feliz, su reinado fructífero y el pequeño reino gozó de paz y estabilidad antes nunca vistos.
  En cuanto al unicornio nadie volvió a verlo o al menos a confesar haberlo visto y la joven reina tampoco lo hizo ni siquiera a su marido pues temía que si hablaba de ello la magia se rompería y todo su sueño cumplido se vendría abajo como un castillo de naipes, guardó el secreto hasta el día de su muerte y eso le permitió llevar una vida larga y plena, su discreción y su prudencia le permitió ser feliz por siempre jamás.



                                                              FIN