Detective García
Miguel "Mike" García estába un poco hastiado y cansado de que nadie en el departamento reconociese su valía.
Cada vez que surgía un caso interesante, que pudiera reportarle algo de notoriedad, se lo asignaban a otro o se lo llevaba directamente el FBI, como ese extraño asunto de varias personas asesinadas brutalmente y devoradas de una forma salvaje por algún animal.
El hecho de que todas las víctimas hubieran sido acusadas de algún tipo de abusos o delitos de otra índole relacionados con menores indicaban un patrón, no eran víctimas escogidas al azar, además todos ellos habían salido absueltos, pues jamás se pudo demostrar nada, por lo que se podía pensar en un justiciero, un vengador.
Debía tratarse de algún psicópata dueño de alguna fiera bien entrenada para realizar sus ejecuciones aunque según el médico forense no existía ningún animal capaz de producir ese tipo de dentelladas, ni por su tamaño ni por su forma.
Quizás utilizaba algún instrumento, alguna especie de artilugio para simular un ataque animal o quizás tenía las dos cosas máquinas y animales salvajes y luego estaba el asunto de la última víctima con todos sus órganos succionados a través del recto.. ¿ Como demonios se podía hacer eso ? - Se preguntaba continuamente Mike.
Los restos de ADN ( saliva, pelos, piel ) encontrados en todas las víctimas no dejaban lugar a la duda de que la misma persona participó en todos los asesinatos y si el asunto ya no fuera lo bastante misterioso con todo esto los resultados de los análisis eran increíbles. Según la policía científica las muestras de ADN correspondían a algo que era humano y al mismo tiempo no lo era, aunque el detective se perdía con tantos tecnicismos sí que entendía que, por lo visto, pertenecía a un ser humano con una serie mutaciones en su genoma que le alejaban de la humanidad.
Un ser único en su genero, una especie única, una nueva clase de depredador decían entusiasmado esas ratas de laboratorio pero para Mike, que no creía ni en OVNIs ni en Monstruos del Lago Ness, la habían cagado mezclando las muestras del asesino y de su mascota: Era las explicación más razonable para él.
No tenía asignado el caso pero conocía bien los detalles ya que se le daba bien acceder a bases de datos ajenas, no es que fuese un hacker pero tenía un don para los ordenadores, y en todas las ocasiones había restos orgánicos de las víctimas en las bocas de alcantarillas más cercanas al lugar de los hechos.
Sus compañeros de la Policía de Nueva York y el FBI habían peinado el interior de las cloacas sin éxito alguno pero no le extrañaba... Era una zona muy extensa, con escasa iluminación y una superficie farragosa por la que moverse.
Así era imposible sorprender a la criatura o a su dueño pues un grupo numeroso de agentes harían ruido solo con moverse y si no la sorprendían huiría puesto que debía conocer muy bien las cloacas.
Pero un hombre solo con una pequeña linterna siguiendo su instinto podía tener más suerte que un pequeño ejército y ahí estaba el detective García adentrándose en la negrura con aguas fecales hasta las rodillas.. linterna en mano izquierda y revólver en mano derecha.
Mike camina sin pausa mirando en todos los rincones, recorriendo bastantes kilómetros, no sabe cuantos lleva ya pero no piensa parar pues tiene una intuición. Su instinto, que nunca le falló en el pasado, le guía hacia su destino... hacia una criatura agazapada en las sombras , acurrucada en posición fetal sobre unos cartones junto a una de las escaleras de subida a la superfice.
No sabía que esperaba encontrar pero desde luego no era eso: una niña de aspecto frágil y desnutrido. En un principio piensa que es una vícitma más del psicópata y su mascota, que la ha secuestrado y ha logrado huir... Sí. eso pensó hasta que la niña se percató de la presencia del agente y se puso en pie.
Dejó de ver a una frágil niña que incitaba a ser abrazada y arrullada cuando ésta comienza a correr hacia él, desplazándose encorvada a una velocidad imposible para un bípedo.
García amartilla su revolver, con la presteza que le dan los años de experiencia, apunta y dispara pero es difícil, incluso para un buen tirador como él, acertar a un blanco en movimiento, tan pequeño, y que además corre en zig-zag: las balas llegan al lugar donde había estado una milésima de segundo tarde.
Cuando aprieta el gatillo por quinta vez la pequeña impacta contra su pecho con manos y pies con toda la fuerza del impulso que había tomado en su veloz carrera. El hombre pesa 90 Kg pero la fuerza del choque le derriba contra el suelo cubierto de lodo y todo sucede en segundos...el verla, los disparos, el impacto.
Tan rápido que no puede ver la transformación de la cara de la mocosa en ese arma que tanto le intrigaba, solo ve esos cuchillos nacarados, saliendo de esa hace unos instantes cara angelical, clavándose en su pecho.
El chaleco de kevlar le salva de una muerta segura pero no de que tres costillas se le quiebren por la temible fuerza de la dentellada aunque si le proporciona unos segundos preciosos para apoyar su arma en la cabeza de su atacante.
Solo queda una bala en el tambor, solo tiene munición y fuerza para efectuar un único disparo a quemarropa y ruega que eso sea suficiente... Aprieta el gatillo y tras la detonación algo parecido a masa encefálica cae sobre su cara, una larga lengua afilada, restallando como un látigo, le arranca la nariz en los últimos estertores de vida de aquella criatura y su cadáver resta inerte sobre él.
El detective Mike García no piensa ni en el dolor de sus costillas ni el de su nariz sino que piensa en ¿ que pudo dar origen a ese ser ? y sobre todo piensa en que mutante o no, asesina despiadada o no, acaba de matar a una niña.
Pero sabe que ha cumplido con su deber que ha hecho lo que tenía que hacer, lo que mejor sabe hacer: caso cerrado.
FIN
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