lunes, 22 de julio de 2013

Apocalípsis ( Parte IV )


                                                     La Muerte



  Monte Ararat, Turquía. Octubre.


     En la cumbre, una criatura humanoide que recuerda visualmente a un hombre de larga melena, permanece imperturbable a los fuertes vientos que azotan la cima del monte como si meditara o esperase que algo pasase.
  Es imposible saber que pasa exactamente por la mente de un ser que está tan lejos de nosotros, los humanos, como nosotros lo estamos de los insectos.
  Quizás esté pensando en la muerte, en que es algo tan natural como la vida misma y de hecho no podría existir la una sin la otra.
  La humanidad siempre ha sido consciente de ello y sin  embargo le ha otorgado al hecho del fallecimiento una importancia extrema, desmesurada casi.

     En algunas religiones politeístas de la antigüedad la muerte estaba simbolizada por una figura humana, animal o una mezcla de ambas.
  En la mitología escandinava la muerte era una mujer: Hela, la diosa asgardiana que ordenaba a sus valkirias, también féminas ellas,  dirigirse a los campos de batalla  recoger las almas de los guerreros caídos en combate.
  También eran mujeres en la mitología grecorromana las que cortaban el hilo de la vida de los humanos: Las Parcas, hilanderas del destino y en la hindú la diosa más temida era Khali, la destructora.
  Resulta lógico que la muerte sea representada tan a menudo por una mujer pues ellas son las que dan la vida, ¿ Quién mejor que una mujer para quitarla ?
  No obstante son los hombres los que causan más muertes por lo que en otras religiones como la del antiguo Egipto la figura de la muerte era medio hombre medio animal: Anubis, el dios chacal que conducía a los muertos por el rio haciá el otro mundo o el temido Seth, el dios serpiente con cuerpo de hombre y cabeza de cobra.

     El auge de las religiones monoteístas acabó con lo visión personalizada de la muerte relegándola un simple paso hacia el verdadero destino de la humanidad, el camino hacia otra dimensión ( cielo o infierno ) o un ligero paréntesis hacia una nueva vida ( reencarnación ).  Cada tipo de fe elegía un destino diferente pero todas coincidían en que era un mal necesario para alcanzar la felicidad final y definitiva.

     Pero ¿ Y si  no hubiese nada al final del camino, y si alguién o algo se hubiese asegurado de que la muerte tuviese entidad propia de forma real ? ¿ Que pasaría si algo hubiese transformado a ese, para algunos estado de transición para otros estado definitivo, en un ser con intelecto y poder pero sin voluntad propia ?
  Sería un poderoso títere sin duda alguna y el ser que le manejara tendría que ser poseedor de una fuente de poder inimaginable y para desgracia de la raza humana ese ser dispone de una fuente de energía casi ilimitada y está a punto de obtener aún más y eso le convertirá en una entidad omnipotente.
  Para obtener el poderío extra que necesita para llevar a cambio sus planes ha de enfrentarse a seres cuyo poder iguala o casi supera al suyo, pero lleva mucho tiempo planeando esto, lo tiene todo bajo control, y ahora llega el momento de crear a su peón definitivo.
    Para crear a esta criatura que se alimenta de fuerza vital elige un recipiente que antes fue humano para actuar como catalizador de su poder.
  Le parece apropiado que sea humano, como él mismo lo fue tiempo ha, y le parece adecuado que sea un niño...alguien que no haya vivido lo suficiente como para saber lo que es la vida, alguien que haya tenido unas experiencias vitales que le hagan temer, más que amar, a la vida.

     Said Al Jubbat es el elegido pues a sus ocho años no ha experimentado ni vida ni muerte aunque sus ojos ha visto tanta violencia, dolor y sufrimiento que se puede decir que se siente más cercano a la muerte que a la vida, a la destrucción que a la creación.
  Vive el Valle de Hebrón con otros muchos palestinos como él y su barrio está constantemente vigilado por soldados del ejército israelí por lo que siente miedo a salir a la calle y mucho más a ir a la escuela.
  Sus padres murieron durante un bombardeo de la aviación hebrea como represalia a un ataque terrorista de Hamas: Una bomba en un mercado que causó docenas de muertos y cientos de heridos.
  Said no se alegra cuando la gente muere de forma tan violenta sean de un bando o de otro pues ya ha visto demasiada sangre y está cansado, aun a su corta edad, de tener miedo...lo único que le alegraría sería su propia muerte pues no se le ocurre otra forma de dejar de estar asustado.
  Aunque, en este preciso instante, lo que le hace temblar de miedo es la presencia no humana que se yergue ante él, altivo e irradiando fuerza, como surgido de la nada.

     Cree que es un hombre que al menos lo fue alguna vez, pero sabe que ya no lo es, no sabe si no tiene cara o es que él no puede verla, no sabe si es joven o viejo, solo sabe que le puede destruir con solo pensarlo y teme que lo haga pero también lo desea.
  Pasan unos segundos, que a Said le parecen horas, y por fin el ser se acerca y deja caer la mano sobre su hombro con una suavidad inusitada. 
  Siente calor con el contacto, siente confianza, se siente fuerte sin nada de miedo y siente la voz del extraño desconocido en su cerebro:

-  " Mi pequeño Said, has sido elegido para una misión que te hará dejar de ser un niño, dejar de ser humano. No volverás a sentir miedo ni volverás a sentir nada pues ya no eres un ser sentiente ni un ser orgánico... Eres La Muerte y la ofensiva final contra el homo sapiens y todos los seres vivos que le acompañan comienza aquí y ahora. " -



                                                Fin de la 4ª parte




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