lunes, 9 de febrero de 2015

La noche que cambió su vida ( Parte 2 de 3 )


Tocó el timbre mientras la furia crecía en su interior como algo vivo, no podía pensar con claridad y ni siquiera se preguntó porque había accedido a verse con él si todo era una farsa. ¿ Pensaba que el amor que él le profesaba le cegaría hasta el punto de no importarle esperar ver a una diosa y encontrarse con una ajada momia ?
La anciana abrió la puerta y abrió la boca, no con la intención de hablar sino para intentar respirar, algo que no podía hacer con las manos del visitante apretando con brutalidad su garganta, aplastando su tráquea en una acción tan rápida que ni ella ni él se percataron de lo que estaba pasando hasta que todo terminó.
Los ojos de ambos se salían de sus órbitas, los de él porque estaba fuera de sí en un estado cercano a la locura y los de ella porque la vida se le escapaba y su corazón se detenía.
Arthur dejó de apretar la frágil garganta y la anciana cayó inerte a sus pies como una muñeca de trapo, no era plenamente consciente de lo que había hecho ni de las consecuencias de su acción pues se encontraba invadido por una extraña sensación de euforia, entonces su móvil sonó... Era un mensaje de Susan:
Hola Artie, supongo que aun estas de camino. Espero que no hayas tenido ningún percance con este tiempo de perros, oye que acabo de darme cuenta que te escribí mal el número de mi casa es el 26 no el 36. ¿ porqué pondrán las teclas tan juntas ? Jijijijiji. Un besito, guapo.”
En principio la rabia volvió apoderarse de él pensando que se había pasado horas conduciendo para ver a una zorra idiota que no sabía teclear correctamente un simple número de dos cifras pero mientras caminaba, a peso apresurado, hacia la nueva dirección empezó a ser consciente de ciertas cosas.
Tenía que castigar a la mujer por su estupidez y lo haría del mismo modo que acababa de tratar a la anciana, entonces recordó la sensación de un frágil cuello de mujer aplastado por sus poderosas manos masculinas, el ser capaz de castigar a cualquier mujer que no se comportase adecuadamente tal como debió hacer con su mujer hace años.
Mas por aquella época era débil e idiota y desconocía tener esa capacidad de impartir justicia, era desconocedor de su fuerza, de hasta donde podía llegar su poder de vengador masculino pero ahora lo sabía y la cólera dejaba paso a la excitación.
Había encontrado su camino, su razón de ser y existir e iba a disfrutarlo, esta vez no sería tan precipitado pues se tomaría su tiempo para el merecido castigo, la tortura le apetecía tanto o más que la ejecución.


Llamó a la puerta del número 26 y se preparó para mostrarse feliz y dedicarle un amplia sonrisa, ella no debía sospechar cual iba a ser su destino pues eso le restaría placer al juego.
La puerta se abrió y ahí estaba ella aun más bonita y seductora que en las fotos, llevaba puesto un vestido de noche negro muy escotado que mostraba sus lindos hombros desnudos y parte de sus voluptuosos pechos pero lo que más le excitó ver fue su atractivo y quebrantable cuello , tan excitado estaba que apenas se percató de lo que portaba en su mano derecha... Un revólver.

                                                 Continuará...

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