martes, 13 de enero de 2015

Operación Valquiria

  El coronel Heinrich von Smichdt vestía su uniforme de gala de la SS inmaculado, sin una sola arruga, sin el más mínimo pliegue, no en vano se lo hizo a medida el mejor sastre de Berlín. 
  Fué el último traje que confeccionó antes de ser arrastrado, en mitad de la noche, a un campo de concentración, por su condición de judío.
  El propio coronel Smichdt fue el encargado de su arresto, sabía que en ese campo las manos del sastre realizarían tareas, para nada acordes con su talento textil, pero no podía actuar de otro modo. 
  No, si quería seguir manteniendo su estatus en el ejército. No, si quería seguir manteniendo el estado de bienestar de su familia y su propia vida.

     Volvía, en su coche oficial, de una reunión con otros miembros de la Wehrmacht. Era una reunión secreta en la que, se ultimaron los detalles de una operación muy arriesgada, en la cual pretendían asesinar al Führer, usando uno des sus propios planes de contingencia: la Operación Valquiria.

  Otros patriotas alemanes habían intentado, en el pasado, poner fin a la locura de Hitler pero no tuvieron éxito. Sendos intentos de atentado con bombas barométricas fracasaron, los artefactos explosivos no llegaron a explotar, por alguna razón desconocida.

     Un vez apeado del auto, y tras dejar a sus escoltas en la entrada, traspasó el umbral de su morada. No oyó ningún ruido extraño pero se le erizaron los pelos de la nuca, una vez dentro, pues lo realmente extraño era el silencio absoluto.

  No ladraban sus perros con alborozo ante la llegada de su amo, ni se oía el ruido de las pisadas infantiles de sus niñas, y aun era pronto para que estuviesen dormidas. Además se percató de que sus propias pisadas no emitían sonido alguno, pese a ir calzado con sus lustrosas botas de oficial de las SS.
  A la ausencia de sonido, se le sumaba la de luz. Todo estaba a oscuras, la entrada, la sala de estar, la habitación de su esposa. Y sin embargo pudo ver la estela de humo que provenía de su sillón. Supo que era su tabaco, que era su pipa aunque tampoco podía olerlo.

     Instintivamente llevó su mano hasta la funda de su pistola reglamentaria,cuando una voz átona, sin acento alguno, rompió el aterrador silencio:


 - Eso no será necesario, coronel. Por otra parte, sería una acción inane.

  - ¿ Quién es usted ? ¿ Qué hace en mi casa ?  Espetó el militar intentando disimular su desazón, mientras se preguntaba ¿ Porque porqué podía ver a ese hombre alto y enjuto, pese a la oscuridad y porqué podía oír su voz pero nada más ?
  - No tengo un nombre por el que pueda llamarme y estoy aquí porque estoy al tanto de sus planes.
  - No se a que se refiere, ¿ De que planes me habla ? Contestó con aplomo sin mostrar un atisbo de sorpresa o culpabilidad. El llevar tanto tiempo en el ejército le hacía estar preparado para cualquier interrogatorio.
  - Sí lo sabe. Pero no se alarme, no pertenezco a la Gestapo sino a una organización mucho más poderosa y mucho más antigua, De hecho es mucho más antigua que la humanidad misma.
  - ¿ Me está usted diciendo que no es humano, que es un dios o un demonio, quizás ?
  - El cielo y el infierno son creaciones del imaginario de su especie, nosotros existimos desde mucho que antes que ustedes, desde mucho antes que la Tierra se enfriara y tuviera atmósfera.
  - Genial, viene de otro planeta y ¿ Qué se le ha perdido por aquí ? Dijo el coronel intentando que el sarcasmo disimulara su creciente inquietud pues, aun sin saber porqué, creía en la veracidad de las palabras del intruso.
 - Yo también tengo una misión y la mía, y la de mi colectivo, es asegurar que este planeta cumpla con nuestras expectativas de vida. Para ello necesitamos usar ciertas herramientas de control de población. -
  - ¿ Esta diciéndome que Hitler es un peón suyo, una herramienta ? -
  -Hay cosas que la joven mente humana no puede llegar a discernir, pero podíamos decir que sí. Las guerras, las catástrofes naturales y las plagas son nuestro principal activo. Para las catástrofes usamos a la propia Tierra, para las plagas animales y bacterias, y para las guerras usamos a humanos. Su especie evoluciona con rapidez y agota los recursos de su planeta con voracidad, no podemos permitirlo. Basta con mover ciertos mecanismos y elegir un bebé humano para que al crecer sea un Alejandro Magno, un Aníbal Barca o un Napoleón y eliminar las imperfecciones temporales aleatorias.
  - ¿ Y que demonios es eso ? -
  - Algo que excede su capacidad de comprensión, lo que le interesa saber es que usted es una de ellas. Si participa en esa operación Adolf Hitler morirá y necesitamos que continúe. al menos un año más, prolongando esta guerra. Esta vez el artefacto explotará pero el Führer escapará ileso y el coronel conde Claus von Stauffenberg será detenido y ejecutado y usted no puede  interferir. -
 - Pero, ¿ Como  puedo ser una injerencia para ustedes, soy un simple humano y qué pretenden hacer conmigo ? -
- En realidad no lo es, es una desmodulación con forma humana, un pico de energía espacio-temporal que ha adquirido consciencia y entidad física propia. Ha sido creado por otros de los nuestros, disidentes que están en contra de nuestra labor. Ilusos moralistas que creen que hay que dejarles a su libre albedrío, sin importar el desenlace. Usted es su herramienta como Hitler es la nuestra y por ello es inmune a nuestra influencia. -
 - ¿ Que pasará conmigo ?  ¡ Maldita sea ! ¿ Y mi familia? -
 - Su familia será reubicada, otro marido para su esposa, otro  padre para sus hijas y sus recuerdos serán cambiados. Usted desaparecerá  en el continium temporal, vino de la nada y allí volverá. El hombre que pudo haber matado a Hitler no será recordado por nadie, porque nunca habrá existido.  
     
     El coronel Heinrich von Smichdt no replicó esa última aseveración, ya no podía hacerlo pues ya no existía y la historia de la humanidad seguió su curso, tal y como estaba previsto. 

                                                               FIN