
- Hola
Artie, me alegro de verte al fin. - Dijo ella mientras la
sonrisa de el hombre se congelaba en su rostro y respondía con voz
trémula,
- ¿
Que ocurre Sue?¿ Porqué me apuntas con un arma ? -
- He
visto lo que le has hecho a la Sra. Write y la verdad es que me he
quedado de piedra, no me esperaba eso de ti, francamente. ´-
- Espera
Sue, no lo entiendes, ha sido un malentendido, un maldito accidente,
yo...yo -
Arthur no sabía
que decir, no sabía como convencerla para que confiara en él y
bajara el arma pues era la única manera de volver a tener el
control de la situación, de volver a ser el dueño de los destinos
de ambos y recuperar la compostura, compostura que ella no había
perdido en ningún momento sino todo lo contrario pues mostraba una
desconcertante frialdad y ausencia de miedo. Más bien era ella la
que parecía tenerlo todo controlado y seguía hablando con
sorprendente calma:
- No
me equivoqué al darte mal la dirección, quería que fueras a casa
de esa estúpida vieja insoportable, quería que llamarás a su
puerta y dejaras tus huellas dactilares en ella para, más tarde,
matarla con este revolver , el cual encontrarían en tu coche tras
el accidente mortal que tendrías a la vuelta.
- ¿
Accidente, que accidente , como...? -
- Sí
Artie, tenía planeado cortar los cables del pedal del freno de tu
auto y por eso se lo que hiciste, estaba allí escondida tras unos
arbustos y debo decir que tu vuelta de tuerca a la situación me
sorprendió gratamente, he tenido que improvisar sobre la marcha
pero soy de mente rápida y enseguida idee un plan nuevo e incluso
mejor.
- ¿
Un nuevo plan ? ¿ Qué nuevo plan? - Inquirió el hombre que ya no
se sentía un ejecutor sino una víctima, el lobo era cada vez más
un cordero.
- Eres
un psicópata que ha matado a la pobre Sra. Write solo por el placer
de matar, yo lo presencié y corrí a casa a llamar a la Policía
aterrada, me seguiste pero afortunadamente pude coger mi arma y
matarte salvando así mi vida, caso resuelto.
- P-p-pero..
¿Porqué yo, porqué me elegiste a mi ?
- Había
otros interesados en mi, la gente está muy sola y necesitada pero
solo tú accediste a venir en un día como este y era importante
para mi plan inicial que la carretera estuviese en mal estado pues
eso haría más creíble lo del accidente. Soy rubia pero de tonta
no tengo un pelo, jijiji.
- Hay
algo que no has tenido en cuenta Susan, se sabrá que hemos hablado
por face y por teléfono y que teníamos pensado vernos hoy.
- Como
te digo hablo con muchos hombres por las redes y lo de venir te lo
dije por teléfono desde un móvil de pre-pago del que me desharé y
también borraré del tuyo los mensajes en los que te doy mi
dirección y la de la vieja. Como te he dicho pienso con rapidez y
no doy puntada sin hilo, ¿ Hay algo más que quieras saber antes de
morir ?
- Yo-yo..¿
Que te hizo esa mujer para tomarte tantas molestias en acabar con
ella ?
- Lo
mismo que te hizo a ti supongo, jijijiji. Era fea, vieja y
decrépita, me dañaba a la vista y tenía el jardín echo un
desastre, el barrio estará mucho mejor sin ella. Adiós Artie y
gracias por todo.
El arma tronó una,
dos, tres y hasta cuatro veces... Arthur tenía grandes expectativas
puestas en esta noche pero nada salió como pensaba.
Fin
Tocó el timbre
mientras la furia crecía en su interior como algo vivo, no podía
pensar con claridad y ni siquiera se preguntó porque había accedido
a verse con él si todo era una farsa. ¿ Pensaba que el amor que él
le profesaba le cegaría hasta el punto de no importarle esperar ver
a una diosa y encontrarse con una ajada momia ?
La anciana abrió la
puerta y abrió la boca, no con la intención de hablar sino para
intentar respirar, algo que no podía hacer con las manos del
visitante apretando con brutalidad su garganta, aplastando su tráquea
en una acción tan rápida que ni ella ni él se percataron de lo que
estaba pasando hasta que todo terminó.
Los ojos de ambos se
salían de sus órbitas, los de él porque estaba fuera de sí en un
estado cercano a la locura y los de ella porque la vida se le
escapaba y su corazón se detenía.
Arthur dejó de
apretar la frágil garganta y la anciana cayó inerte a sus pies como
una muñeca de trapo, no era plenamente consciente de lo que había
hecho ni de las consecuencias de su acción pues se encontraba
invadido por una extraña sensación de euforia, entonces su móvil
sonó... Era un mensaje de Susan:
“ Hola Artie,
supongo que aun estas de camino. Espero que no hayas tenido ningún
percance con este tiempo de perros, oye que acabo de darme cuenta que
te escribí mal el número de mi casa es el 26 no el 36. ¿ porqué
pondrán las teclas tan juntas ? Jijijijiji. Un besito, guapo.”
En principio la
rabia volvió apoderarse de él pensando que se había pasado horas
conduciendo para ver a una zorra idiota que no sabía teclear
correctamente un simple número de dos cifras pero mientras caminaba,
a peso apresurado, hacia la nueva dirección empezó a ser consciente
de ciertas cosas.
Tenía que castigar
a la mujer por su estupidez y lo haría del mismo modo que acababa
de tratar a la anciana, entonces recordó la sensación de un frágil
cuello de mujer aplastado por sus poderosas manos masculinas, el ser
capaz de castigar a cualquier mujer que no se comportase
adecuadamente tal como debió hacer con su mujer hace años.
Mas por aquella
época era débil e idiota y desconocía tener esa capacidad de
impartir justicia, era desconocedor de su fuerza, de hasta donde
podía llegar su poder de vengador masculino pero ahora lo sabía y
la cólera dejaba paso a la excitación.
Había encontrado su
camino, su razón de ser y existir e iba a disfrutarlo, esta vez no
sería tan precipitado pues se tomaría su tiempo para el merecido
castigo, la tortura le apetecía tanto o más que la ejecución.
Llamó a la
puerta del número 26 y se preparó para mostrarse feliz y dedicarle
un amplia sonrisa, ella no debía sospechar cual iba a ser su
destino pues eso le restaría placer al juego.
La puerta se abrió
y ahí estaba ella aun más bonita y seductora que en las fotos,
llevaba puesto un vestido de noche negro muy escotado que mostraba
sus lindos hombros desnudos y parte de sus voluptuosos pechos pero lo
que más le excitó ver fue su atractivo y quebrantable cuello , tan
excitado estaba que apenas se percató de lo que portaba en su mano
derecha... Un revólver.
Continuará...
Arthur
tenía grandes expectativas puestas en esa noche pero nada estaba
saliendo como pensaba.
Desde su divorcio,
acaecido tres años ha, no había tenido una verdadera ilusión por
nada ni por nadie, si bien es cierto que tuvo innumerables citas, las
cuales les proporcionaron diversión, compañía y sexo en algunos
casos y decepción, desazón y apatía en otros, ninguna de ellas le
permitió conocer a esa persona especial que le devolviese la fe en
el amor y, de paso, en la raza humana y en concreto en las mujeres.
Hasta que conoció
a Susan en una red social, concretamente en Facebook, y volvió a
experimentar sensaciones que ya creía perdidas en la neblina del
tiempo.
No fueron tanto las
escasas fotos que tenía en su muro, en las que se mostraba siempre
bella y sonriente, como las largas conversaciones por privado en las
que quedaba patente lo mucho que tenían en común, así como las
largas conversaciones telefónicas nocturnas, algunas de las cuales
se extendían hasta la madrugada, siendo incapaces cada uno de ser el
primero en despedirse y colgar atrapados por la vorágine de
emociones desatadas por la voz del otro... risas, llantos a veces,
piropos, promesas de amor eterno les creaban una dependencia de la
que él no estaba dispuesto a prescindir y suponía que ella tampoco.
Al fin llegó el
día en que ella accedió a que se vieran en persona tras poder
compaginar sus horarios laborales y Artie se puso al volante de su
Mazda desde el amanecer dispuesto a recorrer en el menor tiempo
posible los 730 Km que les separaban, que les separaban físicamente
porque en esencia estaban juntos y eran uno solo desde hacia meses .
Mas no contaba con
la tormenta de lluvia y granizo que, aunque según los pronósticos
seria leve y breve, no paraba de arreciar convirtiendo el trayecto
hacia su amada en una autentica odisea.
La prudencia estaba
fuera de lugar y en ningún momento pensó en aminorar la marcha, ni
mucho menos parar en algún área de servicio a esperar que
disminuyera el torrente elemental que le acompañaba desde su
partida.
No le preocupaba su
integridad y si temía tener un percance era solo por el retraso, de
su anhelado encuentro, que eso le supondría.
Afortunadamente nada
le ocurrió y al estar las carreteras casi vacías llegó a su
destino antes incluso de lo que había previsto, estaba cada vez más
cerca de su destino y sin embargo al entrar en la calle que Susan le
había indicado sintió una oleada de pánico.
Nada podía salir
mal, nada tenía porqué salir mal y aun así no podía dejar de
temblar y no era de frío. No sabía que le pasaba y era consciente
de que su reacción no era la de un hombre adulto y razonable sino
más bien la de un adolescente temeroso.
No se atrevió a
llamar al timbre, una vez frente a la casa de su amada, se sentía
atenazado y no quería que ella le viera así de acongojado por lo
que prefirió mirar por la ventana , quizás la visión de la bella
imagen de su adorada le devolviese el valor perdido.
Pero lo que vio a
través de las cortinas entreabiertas distaba mucho de ser lo que
esperaba, no era la bella mujer rubia de ojos verdes y pechos
turgentes de mediana edad de las fotografías, sino una mujer vieja
de pelo cano despeinado y mugriento que sostenía un cigarrillo con
dedos amarillentos mientras miraba la televisión.
El miedo y el
nerviosismo se tornaron en cólera y se preguntaba como había sido
tan iluso, sabía que la gente miente y usa fotos de otras personas
para obtener la atención de los demás y era mucha casualidad que
nunca tuviese conexión cuando él le proponía hacer una
vídeo-llamada, pero tenía tantas ganas y tanta necesidad de
experimentar esos sentimientos de nuevo que no se planteó en ningún
momento engaño alguno.
Continuará....
El coronel Heinrich von Smichdt vestía su uniforme de gala de la SS inmaculado, sin una sola arruga, sin el más mínimo pliegue, no en vano se lo hizo a medida el mejor sastre de Berlín.
Fué el último traje que confeccionó antes de ser arrastrado, en mitad de la noche, a un campo de concentración, por su condición de judío.
El propio coronel Smichdt fue el encargado de su arresto, sabía que en ese campo las manos del sastre realizarían tareas, para nada acordes con su talento textil, pero no podía actuar de otro modo.
No, si quería seguir manteniendo su estatus en el ejército. No, si quería seguir manteniendo el estado de bienestar de su familia y su propia vida.
Volvía, en su coche oficial, de una reunión con otros miembros de la Wehrmacht. Era una reunión secreta en la que, se ultimaron los detalles de una operación muy arriesgada, en la cual pretendían asesinar al Führer, usando uno des sus propios planes de contingencia: la Operación Valquiria.
Otros patriotas alemanes habían intentado, en el pasado, poner fin a la locura de Hitler pero no tuvieron éxito. Sendos intentos de atentado con bombas barométricas fracasaron, los artefactos explosivos no llegaron a explotar, por alguna razón desconocida.
Un vez apeado del auto, y tras dejar a sus escoltas en la entrada, traspasó el umbral de su morada. No oyó ningún ruido extraño pero se le erizaron los pelos de la nuca, una vez dentro, pues lo realmente extraño era el silencio absoluto.
No ladraban sus perros con alborozo ante la llegada de su amo, ni se oía el ruido de las pisadas infantiles de sus niñas, y aun era pronto para que estuviesen dormidas. Además se percató de que sus propias pisadas no emitían sonido alguno, pese a ir calzado con sus lustrosas botas de oficial de las SS.
A la ausencia de sonido, se le sumaba la de luz. Todo estaba a oscuras, la entrada, la sala de estar, la habitación de su esposa. Y sin embargo pudo ver la estela de humo que provenía de su sillón. Supo que era su tabaco, que era su pipa aunque tampoco podía olerlo.
Instintivamente llevó su mano hasta la funda de su pistola reglamentaria,cuando una voz átona, sin acento alguno, rompió el aterrador silencio:
- Eso no será necesario, coronel. Por otra parte, sería una acción inane.
- ¿ Quién es usted ? ¿ Qué hace en mi casa ? Espetó el militar intentando disimular su desazón, mientras se preguntaba ¿ Porque porqué podía ver a ese hombre alto y enjuto, pese a la oscuridad y porqué podía oír su voz pero nada más ?
- No tengo un nombre por el que pueda llamarme y estoy aquí porque estoy al tanto de sus planes.
- No se a que se refiere, ¿ De que planes me habla ? Contestó con aplomo sin mostrar un atisbo de sorpresa o culpabilidad. El llevar tanto tiempo en el ejército le hacía estar preparado para cualquier interrogatorio.
- Sí lo sabe. Pero no se alarme, no pertenezco a la Gestapo sino a una organización mucho más poderosa y mucho más antigua, De hecho es mucho más antigua que la humanidad misma.
- ¿ Me está usted diciendo que no es humano, que es un dios o un demonio, quizás ?
- El cielo y el infierno son creaciones del imaginario de su especie, nosotros existimos desde mucho que antes que ustedes, desde mucho antes que la Tierra se enfriara y tuviera atmósfera.
- Genial, viene de otro planeta y ¿ Qué se le ha perdido por aquí ? Dijo el coronel intentando que el sarcasmo disimulara su creciente inquietud pues, aun sin saber porqué, creía en la veracidad de las palabras del intruso.
- Yo también tengo una misión y la mía, y la de mi colectivo, es asegurar que este planeta cumpla con nuestras expectativas de vida. Para ello necesitamos usar ciertas herramientas de control de población. -
- ¿ Esta diciéndome que Hitler es un peón suyo, una herramienta ? -
-Hay cosas que la joven mente humana no puede llegar a discernir, pero podíamos decir que sí. Las guerras, las catástrofes naturales y las plagas son nuestro principal activo. Para las catástrofes usamos a la propia Tierra, para las plagas animales y bacterias, y para las guerras usamos a humanos. Su especie evoluciona con rapidez y agota los recursos de su planeta con voracidad, no podemos permitirlo. Basta con mover ciertos mecanismos y elegir un bebé humano para que al crecer sea un Alejandro Magno, un Aníbal Barca o un Napoleón y eliminar las imperfecciones temporales aleatorias.
- ¿ Y que demonios es eso ? -
- Algo que excede su capacidad de comprensión, lo que le interesa saber es que usted es una de ellas. Si participa en esa operación Adolf Hitler morirá y necesitamos que continúe. al menos un año más, prolongando esta guerra. Esta vez el artefacto explotará pero el Führer escapará ileso y el coronel conde Claus von Stauffenberg será detenido y ejecutado y usted no puede interferir. -
- Pero, ¿ Como puedo ser una injerencia para ustedes, soy un simple humano y qué pretenden hacer conmigo ? -
- En realidad no lo es, es una desmodulación con forma humana, un pico de energía espacio-temporal que ha adquirido consciencia y entidad física propia. Ha sido creado por otros de los nuestros, disidentes que están en contra de nuestra labor. Ilusos moralistas que creen que hay que dejarles a su libre albedrío, sin importar el desenlace. Usted es su herramienta como Hitler es la nuestra y por ello es inmune a nuestra influencia. -
- ¿ Que pasará conmigo ? ¡ Maldita sea ! ¿ Y mi familia? -
- Su familia será reubicada, otro marido para su esposa, otro padre para sus hijas y sus recuerdos serán cambiados. Usted desaparecerá en el continium temporal, vino de la nada y allí volverá. El hombre que pudo haber matado a Hitler no será recordado por nadie, porque nunca habrá existido.
El coronel Heinrich von Smichdt no replicó esa última aseveración, ya no podía hacerlo pues ya no existía y la historia de la humanidad seguió su curso, tal y como estaba previsto.
FIN